Después de un año marcado por una escalada en los precios en los fertilizantes y pérdidas en el campo tras el azote de la tormenta Julia, los productores estiman que la cosecha 2022-2023 cerró con 19.9 millones de quintales de granos básicos. El resultado es menor a las proyecciones iniciales, pero el gremio asegura que puede cubrir el 80 % del consumo local.

La Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo) presentó ayer un balance del año agrícola 2022-2023, en el cual destacó que los resultados finales fueron 1.01 millones inferiores a los 20.96 millones de quintales que estimó inicialmente.

La reducción se debe a las pérdidas que sufrió el sector tras el impacto de la tormenta tropical Julia, que a inicios de octubre pasado azotó sobre todo la región oriental de El Salvador, explicó Luis Treminio, presidente de Campo. El vocero recordó que la gremial había estimado que para este año la producción fuese menor porque algunos agricultores dejaron de cultivar ante el alza de los insumos agrícolas.

De esa manera, la siembra 2022-2023 cerró con 8.74 millones de quintales (30 %) por debajo de los 28.6 millones reportados en 2021-2022, una cifra récord del sector del que dependen más de 400,000 productores pequeños.

Campo reporta que de maíz se cosecharon 15.06 millones de quintales, además de 2.09 millones de frijol, 2.2 millones de sorgo y 693,500 quintales de arroz. Esta producción, según cálculos de la gremial, es suficiente para cubrir el 80 % del consumo del próximo año y queda un déficit de 5.09 millones de quintales.

Los salvadoreños consumen en promedio 18.8 millones de quintales de maíz. En tanto, en frijol se estima una demanda anual de 2.4 millones, de sorgo unos 2.9 millones y de arroz se requieren más de 900,000 quintales.

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Alza de insumos.

La principal preocupación para el sector este año fue el encarecimiento de los insumos agrícolas, exacerbados por la invasión rusa a Ucrania ya que Rusia es uno de los proveedores mundiales más importantes en este rubro.

Los datos del Banco Central de Reserva (BCR) confirman que El Salvador ha comprado menos abonos este año, pero a un precio mucho más elevado. De enero a noviembre, la institución registró que se importaron 232.2 millones de kilogramos de esta materia, por los cuales se pagaron $163.4 millones.

El valor monetario aumentó 91.3 % respecto al mismo período del 2021, pero el volumen cayó 5.3 %.

Campo estima que producir los casi 20 millones de quintales requirió una inversión superior a los $677.3 millones, pero no toda es rentable. Treminio reiteró que los productores siguen siendo asfixiados por los intermediarios que suelen comprar el quintal del grano a un precio menor para luego venderlo en el mercado a un valor más alto.

“Los comerciantes bajan precios para acopiar toda la producción. Una vez la tengan en su poder, le suben los precios”, dijo.

El Gobierno aprobó en septiembre pasado que el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (Centa) distribuya fertilizantes a un precio preferencial a los productores, con un descuento de hasta el 20 % en comparación a su costo comercial.

Treminio dijo que si este beneficio se mantiene para el próximo año, la producción podría aumentar, pero “consideramos que no vamos a llegar al nivel del ciclo agrícola 2020-2021, que fue de 28 millones de quintales”.