La diseñadora Raquel Arana ingresó al selecto grupo de los emprendedores con una década de sobrevivencia. La salvadoreña reconoce que el camino no ha sido fácil, pero se apega al concepto de su marca de “engrandecer a la mujer” y Arana sueña con llevar su marca a las grandes ligas de la moda.

“Me da un gran orgullo”, cuenta la salvadoreña que en el marco de su aniversario “me di permiso” de hacer una evaluación sobre los pasos dados en la última década, desde que sacó sus primeros productos al mercado. “Se siente una gran satisfacción y entiende uno todo lo qué tiene que pasar para construir una marca sólida”, añade.

Arana es el rostro público de una variada gama de carteras ilustradas y confeccionadas a mano, aunque su portafolio de productos incluye monederos, billeteras, diademas, cosmetiqueras y portadores de teléfonos, así como una línea de artículos para el hogar que lleva manteles de mesa, individuales y delantales. Además, ha sacado una producción de sandalias.

Sus productos han llegado a las manos de mujeres de diferentes nacionalidades. La salvadoreña ha concretado exportaciones a Oklahoma, Estados Unidos, y Australia.

Raquel Arana junto con su madre Mirna Ruíz, su principal socia y amiga. / Cortesía
Raquel Arana junto con su madre Mirna Ruíz, su principal socia y amiga. / Cortesía

Una marca con rostro de mujer.

Los mensajes y los diseños de Arana están encaminados a resaltar a las mujeres, con temáticas de autoestima, salud mental o problemas cotidianos que enfrentan, pero que no son comentados por temor. “Yo vengo de donde asustan”, añade. “Hay muchas mujeres que creemos que estamos viviendo solas esos traumas, y no nos percatamos que hay solución, de sentirnos mejor y de brillar”.

La diseñadora trabaja codo a codo con su madre, Mirna Ruíz, quien se encarga de la producción, mientras que Arana vela por la parte creativa. En total, el emprendimiento está sostenido por el trabajo de 15 personas, incluyendo a dos artesanos.

“Yo sola no lo hubiera podido lograr. En mi equipo está mi mamá, los artesanos, mi familia entera involucrada en la marca”, señala la salvadoreña. Uno de sus hermanos atiende la tienda Hecho en Casa, ubicada en la colonia San Benito, y otro, radicado en Nicaragua, apoya con los conceptos filosóficos de las historias.

La emprendedora tiene “fieles compradores”, que van desde salvadoreñas que son “fans”, así como mujeres que adquieren sus productos para regalar a los seres queridos en el exterior y la compradora extranjera, quien conoció la marca a través de redes y “lo primero que hace al llegar al país es visitar la tienda”.

La empresaria ofrece productos de diferentes precios, algunos van de $10 a más de $75.  / Cortesía
La empresaria ofrece productos de diferentes precios, algunos van de $10 a más de $75. / Cortesía



“Tengo una clienta que le ha mandado (productos) a gente desde la Patagonia hasta Estados Unidos (...) Otra clienta me contaba que su hija se fue a vivir a Japón y había comprado como 20 productos porque quería que su hija le diera a la gente de Japón algo mío y de diseño salvadoreño”, cuenta la salvadoreña con entusiasmo.

La empresaria asegura que sus clientas pasaron a formar una especie de “clan de mujeres”, a quienes conoce y considera como primas. La marca deja de ser “comercial y tiene un propósito”.

Su siguiente paso, es la escritura de libros e impartir talleres dedicados a las mujeres.