Además de ser uno de los principales motores de la economía, las remesas le permiten al 49 % de los hogares receptores acceder a un mejor nivel de vida y salir del umbral de la pobreza, según un análisis del Banco Central de Reserva (BCR).

Las remesas son la principal fuente de divisas de la economía salvadoreña con ingresos que alcanzaron los $7,742 millones al cierre de 2022, una cifra superior a la inversión extranjera y las exportaciones. Estos recursos llegan al 24 % de los hogares en el país, cuyo principal destino es el sostenimiento de la familia.

Citando los datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples, el análisis del BCR plantea que tienden a cumplir una función de “subsistencia” para las familias con menos ingresos o con un nivel alto de desempleo.

De los hogares receptores de remesas, un 51.3 % tiene ingresos menores a un salario mínimo, un 25.2 % entre uno y dos salarios, y un 21.7 % reporta más de dos salarios.

A partir de estos datos, el Gobierno estima que un 83.1 % de los hogares receptores de remesas se clasifican como no pobres y un 16.9 % como pobres.

Sin embargo, calcula que 49 % de estos hogares caería en el umbral de la pobreza si perdiera los ingresos de las remesas.

El Banco Central reporta que el promedio de remesas fue de $311.1 al cierre de 2022, aunque hay departamentos que tienen cifras superiores como Chalatenango con un $400.3. En esta zona, según el estudio del BCR, solo el 5.7 % de los hogares tiene estos ingresos.

San Salvador, con un 20.3 %, tiene la mayor población receptora de remesas, pero su promedio mensual es el más bajo, en $294.3.

Debido a que estos ingresos, señala el BCR en su reporte, los hogares receptores se ven menos necesitados de participar en el mercado laboral y solo un 46.3 % reporta tener un trabajo.

Génesis.

Las remesas familiares se convirtieron en uno de los principales renglones de la economía salvadoreña durante 1980 y 2002, en ese período El Salvador era el principal receptor en Centroamérica, mientras que para 2021 pasó a ocupar el segundo puesto.

La dinámica de estos ingresos está marcada con movimientos migratorios en momentos coyunturales, como en 1973 cuando hubo una crisis por el alza de hidrocarburos y en 1980 por el conflicto armado.

Esto se evidenció con un crecimiento récord en los ingresos de remesas a inicios de la década de 1980 y principios de los 90, con tasas de hasta el 40 %. En los siguientes años se registraron variaciones más modestas y la única contracción vista ocurrió en 2009 para la recesión financiera internacional.

Año con año, las remesas crecen en cantidad de dinero y cobran más peso en la economía salvadoreña. En 1980, tenían una participación de solo un 1.3 % del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que para la década de 2000 llegó al 15 % y en 2021 alcanzó los 26.2 %.

Estos ingresos permiten amortiguar el déficit comercial, ya que El Salvador importa más de lo que exporta y eso deja un desbalance de los dólares circulando. Además, las remesas son un importante músculo en la dinámica interna porque nueve de cada 10 hogares receptores destinan estos recursos para consumo y manutención.

Perfil de los hogares receptores


1.- Receptores
San Salvador tiene la mayor población receptora con 20.3 %, seguido de San Miguel con 11.9 % y Usulután con 7.7 %. El promedio superó los $311 en 2022.

2.- Nivel educativo
El 19.8 % de los hogares receptores no tiene ningún grado de escolaridad; 67.1 % tiene entre primer ciclo y bachillerato, y solo un 7.8% tiene estudios superiores.

3.- Alfabetización
El análisis del BCR plantea que el 17.3% de los hogares que recibe remesas no sabe leer ni escribir. El porcentaje se reduce a 12.8 % de quienes no tienen estos ingresos.

4.- Empleo
Las remesas son el sostén para los hogares, por lo que reducen su participación en el mercado laboral. Solo un 46.3% está ocupado y el resto está inactivo.

5.- Uso
Según el BCR, el 83.4 % de las remesas se usa para consumo, un 3.7% para educación, un 2.5 % en ahorro, un 2.4 % para gastos médicos, y el resto en compra de vivienda.