Este 10 de mayo se cumplieron 48 años del asesinato de Roque Dalton, ejecutado por sus excompañeros guerrilleros tras un juicio sumario en el que fue acusado de ser “agente de la CIA”, un señalamiento paranoide típico de las izquierdas latinoamericanas de entonces. Sus asesinos, algunos abiertamente confesos, siguen libres y jamás han sido procesados.

El caso de Roque Dalton es un triste ejemplo de la impunidad que ha prevalecido en el país durante décadas y que se profundizó con los crímenes derivados de la guerra civil que sufrimos. Lo triste con Dalton es que tras casi medio siglo de su asesinato, aún se desconoce el lugar donde fue sepultado su cuerpo.

Dalton ha sido el escritor o uno de los intelectuales salvadoreños más reconocidos de las últimas décadas, durante su vida destacó en el periodismo, la poesía y la literatura. Fue exiliado en varias ocasiones por el contexto político que vivió. Su legado literario sigue en la actualidad y sus temas no pierden noción con la realidad que se vive.

La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos reconoció en 2020 el asesinato del poeta Dalton como “un crimen de guerra y un crimen de lesa humanidad”. La PDDH, desde 2016, estableció que existen elementos suficientes para presumir la participación de la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en la ejecución extralegal de Dalton y señaló con nombres y apellidos a sus autores intelectuales.

Su familia ha impulsado por años la apertura del caso y el procesamiento de los responsables de su ejecución. Incluso alguno de ellos fue funcionario público en los gobiernos del FMLN y pese a las denuncias, no hubo ninguna voluntad de ayudar a la familia en sus reclamos, alimentando aún más la impunidad en este y otros dolorosos casos del conflicto armado.