Un informe del Consejo Mundial de Viajes y Turismo pronosticaba la semana pasada que el sector crecerá a sus mejores dígitos en 2023 y genera ingresos por arriba de los $3,600 millones. Sin duda una buena noticia para un rubro que ha invertido en medio de todas las adversidades económicas, sociales y hasta la pandemia.

El Ministerio de Turismo registró la llegada de 2.5 millones de turistas internacionales el año pasado, visitas que dejaron ingresos a la economía salvadoreña superiores a los $2,646 millones. Así que si las proyecciones del Consejo se confirman, el crecimiento de este sector será sumamente importante para la economía salvadoreña.

Pero el sector tiene muchos desafíos. Por ejemplo, gran parte de los principales sitios turísticos del país carecen de agua potable o aguas negras. Los empresarios se las tienen que jugar con inversiones propias y poder brindar sus servicios. Ciertamente ha habido mejoras y hay polos turísticos concretos que atraen a turistas nacionales y extranjeros, pero falta muchísimo para poder competir internacionalmente, en calidad de servicio, en precios, en atención, en infraestructura.

Existe una visión de desarrollo del sector porque hay conciencia de su importancia. El Salvador tiene la enorme ventaja de que, por su tamaño, puede dar múltiples opciones de playa, montaña, ciudades, historia, a poca distancia. La amabilidad del salvadoreño que un día nos llevó a ser llamados “el país de la sonrisa”, son un recuerdo permanente que le queda a los visitantes.

Es sumamente valioso que las proyecciones del turismo sigan creciendo, pero es necesario apoyar al sector no solo con inversión económica en las carencias del sector, sino también con capacitaciones en el servicio al visitante y aprender idiomas para atenderlo mejor.