Llegó diciembre y el mes entero se convierte en tráfico de hora pico casi todo el día. La gente parece animarse demasiado a salir, las calles se saturan y el estrés aumenta. También se suelen incrementar los accidentes y se rompen los récords de tiempo detrás del volante.

La importación masiva de vehículos ha hecho que nuestro parque vehicular haya crecido exponencialmente. Nos hemos acostumbrado a que nuestras ciudades, nuestras calles y avenidas, sean desordenadas y nosotros contribuimos a que eso sea así. Pero más allá de esos problemas que no están en nuestras manos, los conductores tenemos la falla recurrente de la falta de cortesía. Nadie da pasada estos días, como si ceder el paso a un par de automóviles va a retrasarle gran cosa. Hay que contribuir a un ambiente de armonía, de convivencia y mutuo respeto.

Los buseros se detienen sin ninguna consideración y muchas veces, hay camiones de almacenes que descargan su mercadería a media calle, sin respeto alguno por las leyes de tránsito, y mucho menos con un solo policía que intente poner orden. A eso hay que sumarle el mal de nuestros días: Los motociclistas. Se meten por cualquier parte, no respetan altos y aumentan el estrés. Parece que muchos motociclistas carecen del instinto de conservación o incluso de amor propio, no se cuidan en absoluto.

Hay que tener claro que durante estos días el tráfico, lejos de mejorar, solo empeorará; pero hay algunos factores posibles para aliviar la terrible experiencia de las trabazones: una, un poquito de cortesía elemental para los demás y cumplir las leyes de tránsito esenciales. Lo otro: las autoridades deben poner más agentes de la PNC y gestores de tránsito en las calles para destapar las arterias y avenidas.