Millones de salvadoreños viven en Estados Unidos. Los llevó allá el conflicto armado y luego la violencia delincuencial que nos afectó las últimas décadas. La inmensa mayoría son gente trabajadora, esforzada, que no olvidan dónde nacieron y se sienten orgullosos de sus raíces.

En los últimos meses hay dos casos que destacan y que merecen un homenaje de todo el pueblo salvadoreño porque han puesto en alto sus orígenes.

Primero el astronauta Frank Rubio, hijo de padres salvadoreños que sacrificaron una vida de trabajo para que su hijo llegara literalmente a las estrellas. El niño que vivió sus primeros años en La Unión hoy nos enorgullece con sus caminatas espaciales y sus trabajos científicos en la Estación Espacial Internacional junto a sus colegas de todo el mundo.

Y este lunes conocimos la noticia que el papa Francisco ha nombrado como obispo auxiliar de Washington a un sacerdote salvadoreño de humildes orígenes. El padre Evelio Menjívar Ayala, nacido en Chalatenango, es el primer obispo estadounidense nacido en El Salvador. Su vida también ha sido una de sacrificios y luchas desde que tuvo que migrar porque su hermano era amenazado por delincuentes en El Salvador.

Hay centenares de salvadoreños ejemplares en Estados Unidos, profesionales de todas las disciplinas, ingenieros, médicos, deportistas, religiosos, obreros, etc. A eso hay que sumar la segunda generación, nacida en Estados Unidos pero que sigue abrazando sus orígenes con afecto y orgullo. Cada vez que escuchemos una noticia negativa sobre un salvadoreño en Estados Unidos recordemos que hay miles que luchan por ser gente ejemplar y correcta que nos llena de alegría y satisfacción.