La imagen de dos aeronaves impactando en las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, es inolvidable. El terror mostró su peor rostro, el de una manada de salvajes capaces de usar aviones civiles para estrellarlos en edificios llenos de civiles inocentes manoseando la religión como justificación.

Alrededor de tres mil personas fallecieron, aunque la mayoría era estadounidenses, hubo decenas de ciudadanos extranjeros incluyendo al menos dos compatriotas salvadoreñas: doña Gloria Pocasangre, quien viajaba como pasajera en uno de los aviones estrellados. La otra era Elsy Carolina Osorio Oliva, una joven ingeniera en informática, de 27 años, que trabajaba en la torre 1 del World Trade Center.

Ese día marcó un cambio notable en la manera de ver el mundo. El extremismo islámico mostró su veneno y su odio hacia occidente, demostró la capacidad perversa de atacar a civiles inocentes a plena luz del día de una manera cruel, despiadada e insensata.

La imagen de los edificios humeantes y su posterior derrumbe, llevándose consigo la vida de más de tres mil personas, es imborrable en los anales de nuestra historia contemporánea.

Pero lejos de amilanarse ante el extremismo y el terrorismo, el mundo se ha unido en el repudio y el rechazo a actos salvajes e inhumanos de esos terroristas. Este es un momento para recordar a todos los que murieron aquel fatídico día. Este aniversario de los atentados debe ser un momento para que la humanidad reflexione sobre este flagelo mundial y se cohesione ante sus manifestaciones diversas y luchar por su erradicación.