Estados Unidos enfrenta una profunda división política interna desde hace poco más de dos décadas cuando Al Gore perdió la elección presidencial ante George W. Bush por unas docenas de votos. Desde entonces la fragmentación social y política se ha vuelto cada vez más compleja.

La sentencia del viernes sobre el aborto es un reflejo de esa división. La Corte Suprema estadounidense, hoy dominada por jueces conservadores, eliminó el derecho al aborto que había sido otorgado por otra sentencia de 1973. Con este fallo del viernes, ha sido evidente que los estados conservadores iniciarán una cadena de prohibiciones del aborto y los estados liberales harán todo para permitirlo legalmente. Entonces habrá dos Estados Unidos marchando en direcciones opuestas.

Pero no es lo único que parece estar en juego, ya se habla de otras decisiones polémicas de esa Corte Suprema que pueden generar controversias más profundas. La mano de Donald Trump, artífice de esa Corte, parece ser la mano que mece la cuna. Mientras tanto, los demócratas le apuestan a que el repudio a esos fallos judiciales podría terminar en una elección legislativa a su favor en noviembre.

Pero no es lo único que está dividiendo a Estados Unidos. El tema racial y la brutalidad policial han sido asuntos que han creado fuertes desaveniencias y enfrentamientos. La inflación, la escasez de algunos productos y el alto precio de los combustibles está generando una profunda inconformidad y eso podría costarle la reelección a Joe Biden si es que decide postularse.

Hay que ver cómo evolucionan las cosas en Estados Unidos y cómo supera sus divisiones. Necesita un líder carismático, fuerte e incluyente que uno los pedazos de la gran sociedad norteamericana.