No ha pasado una generación y en El Salvador y el resto de Centroamérica ya contemplamos con tristeza los efectos del cambio climático en nuestros ríos y bosques, en el agua y en el clima. Pues bien, un grupo de expertos de Naciones Unidas asegura que el mundo quema etapas rumbo a un futuro sombrío y vamos aceleradamente deteriorándonos.

Los miembros del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) emitieron un esperado resumen de investigaciones que describieron como una “guía de supervivencia”.

El pronóstico es que la temperatura promedio del planeta aumentará 1,5º C hacia 2030-2035, es decir, en menos de 15 años. Eso traerá consecuencias sobre el nivel de los océanos, traerá mayores riesgos para los ecosistemas costeros, las personas y las infraestructuras.

En Centroamérica ya lo hemos visto como ríos caudalosos se han secado, ciudades frescas se han convertido en lugares calurosos, cómo han desaparecido zonas boscosas para convertirse en urbanizaciones, en junglas de cemento. Los últimos ocho años fueron los más calurosos registrados hasta la fecha en todo el mundo así que imaginemos lo que viene.

El Salvador ha sido por décadas uno de los países más deforestados del continente y tenemos problemas climáticos de todo tipo, quizás el más visible el problema del suministro de agua y la contaminación ambiental.

Una de las propuestas para contener la catástrofe climática es incentivar las energías renovables para desactivar la bomba climática. Lo increíble es que aún haya líderes políticos y empresariales en el mundo que no estén contemplando esta situación. El Salvador debería poner énfasis en esta situación y estudiarla a fondo para evitar mayores males.