El número de menores no acompañados que cruzaron la frontera entre México y Estados Unidos en febrero aumentó un 37%, según un reporte de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) estadounidense. Un reflejo de que el drama de la migración de niños es interminable, son niños que huyen de la pobreza, de la separación familiar e incluso de la violencia de las pandillas en la región centroamericana, de donde viene la inmensa mayoría.
Las autoridades estadounidenses contabilizaron 12.011 niños no acompañados en la frontera sur durante el mes de febrero, en comparación con los 8.760 de enero. Según CBP, en enero y febrero hubo al menos 2,070 niños salvadoreños no acompañados. Son 34 niños salvadoreños detenidos diariamente por las autoridades migratorias norteamericanas en los dos primeros meses del año.
En general, hubo 1,270 detenciones más de migrantes salvadoreños que el mes anterior. Las cifras de los niños triplican el número de detenciones del mismo periodo del año anterior.
El Salvador pierde a diario su futuro en esos migrantes, niños que pudieron convertirse en profesionales, en hombres de bien y que pierden el contacto diario con sus familias y su tierra. Los niños suelen migrar porque en sus familias les inculcan sobre la falta de oportunidades y el sueño americano logrado por los que ya viven allá, aunque aquella es una vida de trabajo duro.
Y la otra realidad es que las familias mandan a sus menores porque creen que allá pueden tener mejores oportunidades y la posibilidad de tener una vida sin las amenazas de la cruel violencia de pandillas que tantas víctimas causa en nuestra sociedad.
