El Estadio Cuscatlán fue habilitado provisionalmente anoche para el juego entre Águila y FAS, tras seis meses de estar cerrado debido a la trágica estampida de mayo pasado en la que fallecieron nueve personas y docenas resultaron lesionadas.

La Federación Salvadoreña de Fútbol ha impuesto una serie de condiciones para la rehabilitación del estadio como escenario deportivo de la liga mayor y es fundamental que se cumplan esas normas.

Sin corregir todas las fallas de seguridad, de infraestructura y de errores humanos, no se puede habilitar permanentemente un estadio. Por eso la Fesfut ha exigido medidas en torno a los portones de acceso, a horarios de apertura de puertas y al respeto de las normas de aforo. Pero también es fundamental que las diferentes barras de los equipos tomen conciencia que su comportamiento agresivo y descontrolado, es un peligro para todos los aficionados que llegan a un partido, algunos con sus niños menores.

Es precisamente ese comportamiento de las barras y las fallas de seguridad de los estadios, aunado al pésimo nivel de nuestro fútbol, que ha provocado la ausencia notable de los aficionados que terminan buscando referentes internacionales ante toda esta problemática.

Es fundamental no volver a permitir la venta de bebidas alcohólicas, pero también el control policial para que los aficionados en estado de ebriedad no ingresen porque causan problemas.

Todas estas medidas además son convenientes para los propietarios del Coloso de Montserrat y deben aplicarse también para todos los estadios del país para que una tragedia así no se repita.