La madrugada del sábado un sujeto envenenado por los celos asesinó a su esposa y a dos hijos menores de edad, uno de siete y una de cuatro, en una colonia del municipio de Cuscatancingo. Fue una tragedia horrible que nos debe llamar a la reflexión sobre cómo la violencia social nos afecta y nos impacta como país.

El Observatorio de Violencia contra la Mujer de ORMUSA reporta que de enero a mayo de 2023, han ocurrido 22 feminicidios y 10 han sido propiciados por sus parejas. Este último fue el caso de Mario Edmundo Miranda, quien después de cometer el múltiple asesinato, se quitó la vida. Una niña de 14 años, herida, logró sobrevivir a la matanza.

La violencia de género es un fenómeno dolorosamente común en El Salvador y a pesar del esfuerzo de autoridades, organizaciones feministas y medios de comunicación, no parece aún haber una concientización generalizada para evitarla y combatirla, incluso aún existe cierta timidez para denunciarse y también problemas de la justicia para imponerse.

Lo triste en este caso de Cuscatancingo es que, según la niña sobreviviente, había antecedentes de violencia de género y amenazas de muerte que probablemente no se denunciaron.

Un informe de la RED_FEM decía hace un tiempo que entre 2015 y 2021 se registraron 129,382 denuncias por violencia de género y de ellas, solo 712 recibieron sentencias condenatorias en el primer semestre de 2021, es decir el 6% de las denuncias presentadas. El problema es muy profundo.