El centro histórico de San Salvador se ha convertido en un lugar de esparcimiento y convivencia armónica de los capitalinos como no se había visto en muchas décadas. Se ve durante el día, pero también empieza a verse durante las noches.

La Plaza Barrios, la Plaza Libertad, la Plaza Morazán y la renovada zona de la Iglesia El Calvario se han vuelto un atractivo para los salvadoreños y para los extranjeros que visitan el país. La zona se ha convertido en un espacio de convivencia, una zona peatonal iluminada, bien custodiada y se puede caminar con tranquilidad.

Se aprecian edificios como el Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana, el Teatro Nacional, los portales de la Plaza Libertad, iglesias como las de El Calvario y El Rosario, hay opciones gastronómicas, bares y un abundante movimiento comercial.

A este renovado rostro de San Salvador hay que agregarle el ambiente de seguridad, por lo menos alrededor de estas plazas porque hay que reconocer que unas cuadras más allá, todavía se ve demasiado oscuro y aunque no hay noticias de delitos, se percibe aún inseguro, sin duda, son desafíos que llaman a mejorar.

Hay que reconocer los esfuerzos e inversión del Gobierno Central y de la Alcaldía de San Salvador en mejorar el centro histórico. Se nota una visión, un empeño en rescatar una ciudad que se la habían devorado las ventas ambulantes y la amenaza permanente de las pandillas. Visitar el centro antes era sinónimo de inseguridad y desorden, ahora hay un ambiente de armonía y hasta de orgullo para los capitalinos que han visto renacer sus edificios históricos y sus espacios de convivencia.