Este sábado, la Iglesia Católica beatificará a los sacerdotes Rutilio Grande y Cosme Spessotto, ambos asesinados en medio de la violencia fratricida que sufrimos en El Salvador durante la guerra cividl.
El reconocimiento del martirio de estos sacerdotes es una buena noticia para una sociedad que décadas después de la guerra sigue sin reconciliarse. Junto a ellos serán beatificados dos laicos que acompañaban al padre Grande al momento de su martirio: Manuel Solórzano y Nelson Lemus.
El padre Grande fue un sacerdote de origen campesino, fiel a sus orígenes y que promovió la justicia en una época en la que cualquier asomo de organización ciudadana y de reivindicación de derechos, era vista con sospecha por las autoridades militares que entonces gobernaban. Grande fue asesinado mientras se conducía a administrar los sacramentos.
La beatificación de Solórzano y Lemus es también representativa, representan el martirio de la sociedad salvadoreña, desde los más jóvenes hasta los adultos mayores que sufrieron las consecuencias de aquella guerra horrible.
El padre Spessotto, un misionero nacido en Italia que se convirtió en salvadoreño con su testimonio de fe y su entrega a sus feligreses, fue asesinado en San Juan Nonualco, donde apostó por el desarrollo educativo, agrícola, salud e infraestructura de la gente.
El anuncio del reconocimiento al sacrificio y entrega de estos sacerdotes y los dos laicos debe verse como una invitación a la reunificación de la sociedad salvadoreña, a la reconciliación de los que antes fueron enemigos acérrimos y a trabajar por la paz.
