La inflación se ha convertido en un dolor de cabeza recurrente en la economía mundial y en la economía salvadoreña como consecuencia. Luego de un alivio temporal en abril, la inflación de El Salvador volvió a romper récord en mayo al llegar a 7.48 %, según el Banco Central de Reserva (BCR).

La inflación mide el incremento de precios en una economía y cómo nos hemos dado cuenta, los alimentos especialmente han aumentado de precio en supermercados y mercados. Lo que agrava en parte el problema en El Salvador es que dependemos en gran medida de las importaciones de alimentos. No somos autosuficientes y es necesario comprar a los vecinos desde frijoles hasta tomates, desde carne hasta quesos.

La economía mundial se enfrenta desde mediados del 2020 al rompimiento de las cadenas logísticas, situación que se agudizó para el 2021 con demoras en las entregas de materias primas y a un costo más alto y a este año se le ha sumado la invasión rusa a Ucrania y sus consecuencias. Así comenzó a subir la inflación. Evidentemente, El Salvador no se libra de eso.

Los salvadoreños comenzaron a percibir la inflación con el incremento en los alimentos y los combustibles, pero sus consecuencias ya se perciben en toda la dinámica económica del país. Los industriales decían ayer que hay fábricas que han estado a punto de cerrar líneas de producción debido al incremento de las materias primas, por ejemplo. Además la inflación impacta en la reducción en las previsiones de crecimiento.

Es importante apostarle a la producción de alimentos en El Salvador, la autosuficiencia alimentaria es vital para que el país no se vuelva tan dependiente de los vaivenes económicos internacionales y pueda tener garantizada su comida.