Ya se acerca diciembre y además de las luces navideñas y los nacimientos, viene la temporada más agresiva de compras y también la tradición de los juegos pirotécnicos y sus dramáticas consecuencias.

La venta libre de juegos pirotécnicos es una macabra tradición que deja niños y adultos quemados. No es solo el descuido de los adultos con los menores a los que dejan manipular la pólvora, sino también la exposición de sus propios bebés o la explotación laboral de niños y adolescentes para fabricar los cohetes, sin permisos, sin supervisión alguna ni inspecciones.

El dolor de quemarse es uno de los más intensos que un ser humano puede sufrir, el sufrimiento es aún mayor cuando lo experimentan niños que sufren daños irreparables al usar indiscriminadamente juegos pirotécnicos. Es una tragedia recurrente porque nunca se ha hecho nada por controlar las coheterías ilegales y a veces creo que ni por las legales. Cada año se posterga la discusión en la Asamblea Legislativa y en otras entidades públicas.

Seamos honestos, a todas las generaciones les gustan los juegos pirotécnicos y la adrenalina que trae consigo encenderlos, pero todos tememos siempre un accidente.

Debemos tomar conciencia sobre las consecuencias de esta práctica. Los juegos pirotécnicos en general, no son baratos, todo lo contrario. Quemar cohetes es quemar el dinero que tanta falta hace para otras necesidades.

Pero más allá del factor económico, es fundamental cuidar a nuestros niños y no permitirles el libre uso de la pólvora porque puede traer tragedias irreversibles.