Las imágenes de los sucesos del Estadio Cuscatlán la noche del domingo nos muestran cómo un evento deportivo termina convirtiéndose en una tragedia debido a una combinación de factores que se convirtieron en una mezcla macabra de causas. Para empezar, hay que cuestionar la organización del evento, se habla de sobreventa de boletos y la falta de control con los lectores tecnológicos en el estadio.

¿Fue esa la causa inicial de la tragedia? Es posible. No es la primera vez que en el Estadio Cuscatlán se escuchan quejas sobre el lento ingreso debido a que los lectores de los códigos QR de los boletos no pueden leerse. Ha ocurrido en eventos deportivos y en conciertos.

La otra causa son esas barras bravas de los equipos de fútbol, que con violencia buscan imponer su voluntad irrespetando el orden, sobrepasando la seguridad y actuando con total desconsideración al resto de aficionados, como pudimos verlo al casi derribar un portón en la zona de Sol.

Esta tragedia debe ser investigada con rigor y firmeza para que marque un precedente categórico en nuestra historia. El fútbol salvadoreño tiene demasiados cuestionamientos en su organización y estos hechos son parte del relajo en el que se ha vivido en las últimas décadas.

Los estadios de fútbol deben ser lugares de sano esparcimiento, seguros, armónicos. Por eso es necesario investigar todas las causas de esta tragedia, deducir responsabilidades para que no vuelva a sucedernos hechos de esta trágica magnitud.