El rostro del centro histórico de San Salvador empieza a mostrarse cada vez más renovado, más cerca de convertirse en la ciudad que queremos y no en el enorme mercado callejero en que se convirtió por décadas. Las calles recuperadas del centro lo demuestran y los negocios que resurgen son un gran ejemplo.

Por eso la propuesta de una serie de incentivos fiscales a quienes inviertan en el centro histórico es algo sumamente positivo. Como bien decía ayer el presidente de la Cámara de Comercio, Jorge Hasbún, es una “buena iniciativa: Incentivar la inversión en el Centro Histórico generará buenos resultados”. Claro está, incentivar la inversión privada atrae capitales que generan empleos, que generan ingresos y consumo que producen impuestos.

El proyecto de ley indica que será sujetos de incentivos fiscales las inversiones en actividades comerciales y turísticas, como: alimentación, alojamiento, recreación, información y transporte, desarrollo de estacionamientos, desarrollo inmobiliario y habitacional. También, actividades culturales y de rehabilitación, conservación y recuperación de los inmuebles en esa zona.

Todo eso es necesario en el centro capitalino, abandonado por décadas y que ahora empieza a ver otra cara. En este momento ya un incipiente comercio, ordenado, formal, que empieza a resurgir y a atraer visitantes. Es cierto que aún es un poco incómodo llegar a algunas calles recuperadas por los trabajos que se realizan, pero ya se ve el progreso.

En el momento que haya proyectos habitacionales, habrá más movimiento, más comercio, más sitios de recreación y turismo que multiplicarán su oferta. Son buenos pasos en ese sentido y no hay que retroceder ni para tomar impulso.