La violencia política contra las mujeres se ha convertido en una detestable práctica en las redes sociales. Mujeres de todos los colores políticos han sido objeto de agresiones verbales irrepetibles, cargadas de groserías, vulgaridades y hasta amenazas.

El fin de estas agresiones debe ser un objetivo a conciencia de todos los partidos políticos y no solo para defender a sus propias mujeres sino para defender la dignidad de todas las mujeres por una cuestión de principios, respeto y consideración elemental hacia ellas.

No se trata de no criticar a las candidatas mujeres. Siempre se puede, rebatir, contradecir, polemizar, etc., con argumentos las opiniones políticas de los adversarios electorales, es lo normal en una contienda, pero, cuando no hay argumentos sino ataques vulgares donde hasta se amenaza o se insinúa con agresiones sexuales, no puede haber justificación alguna para semejante conducta.

Lo lamentable es que, pese a que esa práctica misógina lleva ya años en el país, no ha habido una sola persona condenada por esa conducta delictiva. Desde “troll centers” ha habido ataques enfermizos, focalizados hacia determinadas políticas mujeres y eso claramente es inaceptable y tiene que terminar.

Las autoridades deberían imponer un castigo ejemplar para esos crímenes de odio contra las mujeres en política. La violencia contra las mujeres es repudiable en todas sus formas, pero debería llamarnos la atención de la gravedad del problema cuando personas de relevancia pública como diputadas, ministras, candidatas a cargos de elección popular o personalidades de los medios de comunicación, son atacadas así. No se puede tolerar más eso.