El presidente de la Asociación del Consejo Nacional de Rectores de El Salvador y rector de la Universidad Luterana, Fidel Nieto, revelaba hace unos días que la educación superior ha perdido al menos 20,000 estudiantes, debido principalmente a la pandemia y a la crisis económica. La cifra es sumamente desesperanzadora para El Salvador y es una terrible decisión para el futuro de estos jóvenes y para el futuro del país.

El Ministerio de Educación no maneja datos de deserción en la educación superior, sin embargo, hay un signo en la educación media: Según las estadísticas en el 2020 el 9 % de los estudiantes de bachillerato desertaron y en 2019, este dato era de 7.1% en 2019.

El fenómeno no es exclusivo de las universidades privadas. El rector de la Universidad de El Salvador informaba también que prevén una reducción “sustancial” de estudiantes admitidos para el nuevo ingreso 2023 y se lo adjudicaba a que este año se graduarán menos bachilleres, así como a lo complicado que es en la actualidad encontrar un trabajo bien remunerado.

Son escenarios preocupantes para la juventud salvadoreña. Si la educación superior ha dejado de ser una opción para 20 mil jóvenes, ¿qué están haciendo? ¿Migraron? ¿se fueron al ejército de Ninis que hay en el país? Porque no es que haya empleos esperándolos en cada esquina.

El Ministerio de Educación lanzó ayer una campaña para incentivar a los jóvenes a que permanezcan en las aulas universitarias y esperemos que esta haga eco en ellos. Solo la educación superior mejorará sus vidas y contribuirá notablemente al desarrollo económico del país. Entre más profesionales tenga el país, especialmente en áreas de ciencias e ingeniería, será más fácil contribuir al progreso de la nación.