Soldados norcoreanos enlistados en el ejército ruso para ser parte de la invasión de Ucrania, misiles iraníes atacando ciudades israelíes, bombardeos israelíes en Yemen, barcos y aviones chinos amenazando a Taiwán. El mundo está agitado terriblemente en los últimos años y los temores de una conflagración internacional de mayores proporciones están creciendo.
El mundo de hoy está tan interconectado que cualquier conflicto internacional, por muy lejano que parezca, se traduce en altos precios del petróleo o de alimentos o bloqueos de las cadenas internacionales de suministro y tecnología.
En medio de todo eso aparece la moneda al aire que todavía flota en la elección presidencial estadounidense donde según las encuestas, Donald Trump y Kamala Harris están prácticamente empatados. Definir qué será del mundo en los próximos cuatro años es cada vez más difícil porque hay que tener claro que Trump es capaz de cualquier cosa y su compadre, Vladimir Putin y el chino Xi Jingping, son un dúo que puede provocar aún mayor inestabilidad mundial por su afán de retar a Estados Unidos y volverse la potencia dominante.
El mundo atraviesa momentos difíciles y las consecuencias en El Salvador y Centroamérica pueden ser enormes. La economía es quizás la primera víctima visible, pero si hay una confrontación aún mayor, la presencia de esas potencias rivales de Estados Unidos en la región puede traernos complicaciones nunca vistas.
Hay que estar atentos a las noticias internacionales, hacer un malabarismo diplomático para mantener al país alejado de todo punto de mira de las superpotencias y pedirle al Altísimo que los tambores de guerra vayan cesando por el bien de la humanidad.