Xiomara Castro asumirá hoy la presidencia de Honduras marcando dos hitos importantes en la historia del vecino país, será la primera mujer presidenta y romperá con más de un siglo de gobiernos de los partidos tradicionales, Liberal y Nacional.

Pero fuera de esos enormes hitos, hay enormes desafíos frente a ella. Honduras es un país históricamente sumido en la pobreza y la corrupción y el narcotráfico han encontrado un caldo de cultivo permanente en el país, lo que ha generado una gran impunidad pero también la indignación que llevó a la derrota de los partidos tradicionales.



Como hemos visto en los últimos días con la aparición de dos directivas paralelas en el congreso hondureño, los problemas políticos también estarán en la agenda diaria de ese país. Ciertamente el hasta ahora poderoso Juan Orlando Hernández -señalado por narcotráfico por fiscales estadounidenses- seguirá siendo un personaje influyente, que velará por sus intereses no siempre transparentes. Pero también la figura del expresidente y esposo de la presidenta Castro, Manuel “Mel” Zelaya, no es precisamente diáfana ni positiva para la mandataria.

En medio de todo ese remolino habrá que ver si la presidenta tiene la capacidad y la voluntad de impulsar los cambios que prometió en la campaña o si veremos el mismo fenómeno de otros países, donde una casta privilegiada sustituye a otra para cometer los mismos o peores errores, incluyendo la corrupción.

Esperemos que la señora Castro tenga la sensatez y la visión de cumplir sus metas y apartarse de las viejas mañas de la política centroamericana.