Una de las promesas más repetidas por el futuro presidente estadounidense, Donald Trump, es que hará la deportación más grande de la historia norteamericana de inmigrantes indocumentados. Esta medida no solo acarrearía consecuencias económicas, sino que también provocaría consecuencias sociales al separar familias en Estados Unidos.
Para El Salvador que depende en casi un tercio de su Producto Interno Bruto de las remesas que vienen de los Estados Unidos, evidentemente es una preocupación para las familias y para las autoridades. El impacto para aquellos que serían expulsados del territorio norteamericano sería enorme, especialmente para aquellos protegidos por el TPS que llevan viviendo en Estados Unidos desde 2021, han comprado propiedades, han visto crecer sus familias y El Salvador es un país cada vez más lejano en su vida cotidiana.
Pero también traerá un impacto sobre el consumo macroeconómico de la sociedad salvadoreña, en dependencia de cuánta gente sea deportada.
Pero el impacto económico no solo sería para El Salvador. Una de las promesas de Trump es que bajará la inflación y particularmente los precios de los alimentos, una enorme queja de los norteamericanos bajo la administración Biden, pero la agricultura depende profundamente de los migrantes -incluyendo los indocumentados- y si los deporta, entonces el costo de los alimentos jamás bajará.
Como bien dice el experto Reynaldo Alvergue en una entrevista con Diario El Mundo, la deportación masiva de migrantes es una de las promesas que esperamos que Trump no pueda cumplir. Es un problema complejo para ambas naciones que esperamos que afecte a la menor cantidad de familias posibles.