El Gobierno anunció el fin de semana una masiva campaña de recolección de basura después de los graves episodios ocurridos en el embalse del Cerrón Grande y en el municipio de Santa Cruz Michapa en Cuscatlán. Sin duda, se trata de una medida positiva para el medio ambiente y para la salud de los salvadoreños.

Pero más allá de esa iniciativa, es sumamente importante que la población tome conciencia de que no se puede seguir tirando basura por cualquier parte. Para mucha gente es de lo más normal del mundo tirar la basura en las calles, en las aceras, en ríos y a la orilla de las carreteras. Entonces el país entero se vuelve un botadero a cielo abierto, sin tratamiento, con las consecuencias ambientales y sanitarias que trae todo eso.

Ambos casos extremos de los últimos días son escandalosos, pero reflejan la conducta de la población. En el campo y en la ciudad hay una propensión a tirar cualquier cosa en cualquier parte sin ninguna consideración. Y tristemente, es una conducta transversal hacia cualquier clase social o condición económico. Algunas veces se ven en las carreteras y calles de la ciudad a gente con lujosos vehículos sacar su mano y tirar desechos a la calle, sin ningún empacho.

Ciertamente la recolección de basura puede y debe mejorar, ese es el desafío de las alcaldías, pero no es solo ese el problema. A veces la gente tira los desechos afuera de los propios depósitos que ponen las empresas o las municipalidades.

Es necesario educar desde la niñez para que esta sucia práctica no siga sucediendo o viéndose como algo “normal”. De por sí, el territorio salvadoreño es pequeño y debemos cuidarlo, cuidar nuestras escasas fuentes de agua y nuestra tierra tan deforestada. Recolectar la basura y depositarla en el lugar correcto es un buen paso.