“Si estuviera en El Salvador, en mi pueblo haría para cenar pollo, tamales, panes, atole de piña”, cuenta ilusionada Manuela Manzano a un medio mexicano, mientras comenta con tristeza el calvario que sufre junto a su familia para conseguir alimentos.
La familia salvadoreña vive de manera improvisada en tiendas de campaña junto a otros migrantes que se ubican en la zona fronteriza de Reynosa, en México.
Una de las mayores calamidades que la familia migrante enfrenta son las bajas temperaturas que se registran por las noches en la zona fronteriza, donde comentan que la falta de ropa adecuada y la calidad del refugio son dos limitantes que hacen de las noches un verdadero sufrimiento.
“Aquí estamos ya sin nada. Se nos está acabando el dinero, la pasamos gracias a la buena gente que nos regala comida, ropa, cobijas para pasar el frío. Nosotros no estamos acostumbrados a estas bajas temperaturas”, dijo Manuela, sobre la difícil situación que vive junto a su familia.
La familia expresa que su mayor deseo es poder ingresar a EEUU y llegar donde viven sus amigos y familiares en Houston, donde dicen que buscarán trabajo, “yo limpiando casas y José Antonio como carpintero”, asegura la salvadoreña.
En la ciudad de Reynosa, hay muchas familias que al igual que Manuela y José, viven en la intemperie porque los refugios y albergues están saturados por el abundante flujo migratorio que se registra en la zona fronteriza de México y Estados Unidos.