Según el portal de noticias Confidencial Yara Suhyén Pérez Calero, quien funge como ministra consejera en la Santa Sede habría trasladado la decisión de Daniel Ortega, aunque el Vaticano no ha confirmado oficialmente esta información.
De confirmarse esta decisión Nicaragua cortaría una relación de 115 años con la Santa Sede, con quien el régimen sandinista ha tenido serias fricciones en los últimos 40 años.
Nicaragua ingresaría a un reducido grupo de 13 países que no mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, cuatro de ellos tienen gobiernos comunistas: Vietnam, Corea del Norte, China y Laos, y ocho son musulmanes: Somalia, Omán, Mauritania, Maldivas, Islas Comores, Brunéi, Afganistán y Arabia Saudí, el otro es Bután, un reino budista en el sur de Asia.
Según Confidencial la fuente diplomática consultada en Roma también afirmó que “al representante de la Nunciatura en Managua le dieron una semana para irse del país”.
Monseñor Mbaye Diouf, secretario de la Nunciatura, está al frente de la misión diplomática vaticana —en calidad de encargado de negocios— desde inicios de marzo del año pasado, luego que la dictadura expulsó de facto al nuncio apostólico, monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag.
El régimen de Ortega y Murillo le notificó de forma verbal al nuncio apostólico su expulsión de Nicaragua. El sábado 5 de marzo de 2022, la viceministra de relaciones exteriores, Arlette Marenco, le notificó al representante papal que tenía diez días para dejar el país; sin embargo, tras consultas con la Santa Sede, monseñor Sommertag abandonó su misión diplomática al día siguiente por la noche —el domingo 6 de marzo—, sin despedirse de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) o del cuerpo diplomático acreditado en el país, asegura el medio nicaragüense.
Con la expulsión del nuncio en 2022, se arreció un periodo de hostilidad, persecución y acoso contra la Iglesia católica, a la que Ortega ha calificado como “terroristas” y “golpistas” a los obispos nicaragüenses, a quienes también ha acusado de ser cómplices de fuerzas internas y de grupos internacionales que, a su juicio, “actúan en Nicaragua para derrocarlo”.