Cientos de migrantes venezolanos que acampan en la orilla del río Bravo sufren las duras condiciones por las bajas temperaturas que se registran durante las noches y madrugadas en la frontera sur de Estados Unidos con México, en el inicio de la temporada invernal.

Son muchas las tiendas de campañas improvisadas donde los migrantes en su mayoría de Venezuela, y de otros países de la Centroamérica, viven su día a día entre la frontera de ambos países, con la única esperanza de tener una oportunidad de solicitar asilo.

Los migrantes dicen pasar condiciones extremas bajo el frío y la carencia de insumos para afrontar las temperaturas, exponiendo sus preocupaciones porque los más afectados son los menores de edad que integran el grupo de indocumentados que acampan en dicho lugar.

“Anoche fue un día horrible, una experiencia nueva para nosotros, tengo a mi niña bastante enferma”, comentó a la cadena Telemundo, Vigdaly Hurtado, migrante venezolana, refiriéndose a la dura situación que viven con las bajas temperaturas que se registran todas las noches.

Muchas organizaciones y personas altruistas ayudan a los numerosos grupos de indocumentados que han hecho de la frontera sur de EEUU su “hogar” mientras esperan solución a la crisis migratoria, pero esos donativos no son suficientes para cubrir las necesidades que los migrantes viven diariamente.