El río de magma que brotó de una fisura cerca de la ciudad islandesa de Grindavik el pasado noviembre registró un caudal récord desde el jueves, cuando se creía que la actividad eruptiva estaba por terminar.
pero lejos de generar temor cuarta erupción que se produjo el jueves en esta zona de la península de Reykjanes, en el sudoeste de Islandia, ha aclarado el interés de los científicos.
La actividad registrada desde 2021 evidencia el despertar tras 800 años de una larga falla que ha permitido que el magma fluya hacia arriba, según los vulcanólogos.
El 10 de noviembre, un flujo de magma formó una fisura, llamada "dique", de 15 kilómetros de largo y cuatro de profundidad, con solo unos metros de ancho.
El magma fluyó a un caudal de 7.400 metros cúbicos por segundo, "un ritmo nunca antes registrado", indicó Freysteinn Sigmundsson, investigador del Centro de vulcanología nórdica de la Universidad de Islandia y primer autor del estudio.
Este caudal se acerca al de grandes ríos como el Danubio en Europa o el Yukón en Alaska, y es una señal de que "la actividad está acelerando", añadió.
Desde el 18 de diciembre, esta región cercana al círculo polar ártico y actualmente sumida en una noche casi constante ha registrado tres erupciones. La del jueves tuvo lugar a unos cinco kilómetros al norte de Grindavik.
Con 33 sistemas activos, este país de fuego y hielo es la zona más volcánica de Europa.
Se ve humo y lava saliendo de una nueva fisura en esta imagen del Departamento de Protección Civil y Gestión de Emergencias de Islandia, 8 de febrero de 2024, durante una nueva erupción volcánica en las afueras de la ciudad evacuada de Grindavik.AFP.
