Enfrentados a devastadores incendios forestales que amenazan con multiplicarse por el cambio climático, España y Portugal deben gestionar mejor sus bosques para evitar que cada verano miles de hectáreas sean pasto de las llamas.

Este año, cerca de 200,000 hectáreas han ardido en España, según el sistema europeo de información sobre incendios forestales, el peor récord del continente, por delante de Rumanía con 149,264 hectáreas y Portugal otras 48,106.



La propagación del fuego depende "de la topografía, de la meteorología y de la vegetación", explica Mónica Parrilla, de Greenpeace España, una de las organizaciones ecologistas que el jueves fueron recibidas por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, para tratar principalmente la prevención de los incendios.

Escasas precipitaciones desde hace meses, temperaturas extremas y fuertes vientos... "Ahora mismo tenemos el escenario perfecto para los incendios de alta intensidad", señala Parrilla. Y la única variable en la que se puede intervenir es la vegetación.

"Cuando la vegetación está seca" se vuelve "combustible" para los incendios, y "lo que sí podemos hacer es actuaciones en ese combustible", dice Parrilla, como por ejemplo limpiando la maleza, haciendo cortafuegos o quemas controladas (destrucción preventiva de hierbas, ramas y madera muerta).

Éxodo rural


En España, con una buena parte de su territorio llamado la "España vaciada" tras haber sufrido un proceso de despoblación, el éxodo rural tiene un impacto muy negativo en el mantenimiento de la masa forestal.

De hecho, los incendios más devastadores de los últimos días se han producido en estas regiones, como Castilla y León o Extremadura.

Un problema que también aqueja a Portugal.

Muchos campos están abandonados, los bosques están mal cuidados y la maleza no se limpia. Los propietarios son demasiado mayores para seguir desbrozando y los rebaños, que antes permitían contener la vegetación, son mucho menos numerosos.

Haría falta reducir drásticamente la vegetación seca a 10 toneladas por hectárea, dice Javier Madrigal, del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA).

La ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, subrayó el jueves la importancia de la "presencia del hombre (...) en zonas rurales", personas "que sean los verdaderos custodios del territorio y por tanto activos de cara a la prevención de incendios".

De su lado, el ministro portugués del Interior, José Luis Carneiro, habló del "aprovechamiento del desarrollo rural" en "la lucha contra los incendios".

Si bien ya se utilizan cabras u ovejas en la península ibérica para eliminar maleza, expertos y ecologistas piden masificar la ganadería extensiva.

"Lo que se trata es de generar de nuevo un tejido productivo en el sector primario" que lo haga rentable, indica Lourdes Hernández, de WWF España.

"Invertir en prevención" no es un gasto sino "inversión a futuro, porque realmente el coste que tiene por hectárea la extinción" de incendios "multiplica con creces el coste" de dicha inversión, agrega.