Los científicos saben hace tiempo que los pájaros marinos ingieren microplásticos al confundirlos con comida y según un estudio publicado el lunes, estos desperdicios no solo obstruyen o transitan por el estómago, sino que perturban también el equilibrio de todo el sistema digestivo.

Al estudiar el tubo digestivo de dos especies de pájaros marinos del Atlántico, el fulmar del norte y la pardela cenicienta, los investigadores constataron que las minúsculas partículas de plástico dañan su microbioma, el conjunto complejo de microorganismos que incluye buenas y malas bacterias.

Mientras más ingiera el pájaro microplásticos, más disminuyen las bacterias gástricas, en su mayoría benéficas, y proliferan los agentes potencialmente patógenos.

El estudio publicado en la revista Nature Ecology & Evolution muestra un aumento de los microbios resistentes a los antibióticos y revela que algunos tipos de microplásticos podrían también liberar sustancias químicas que perturban el microbioma intestinal de los pájaros.

Los microplásticos, surgidos de la descomposición de productos plásticos en el medio ambiente, proliferan en el mundo, desde las fosas marinas más profundas hasta el monte Everest, y en la mayor parte de las cadenas alimenticias animales. En el hombre, fueron detectados trazos en la sangre, la leche materna y la placenta.

Este estudio confirma resultados anteriores según los cuales la ingestión prolongada de microplásticos provoca lo que se denomina disbiosis intestinal, o sea el desequilibrio entre las bacterias sanas y las nocivas del aparato digestivo.

Los autores del estudio esperan que sus descubrimientos en los pájaros marinos llevarán a estudios conexos en los humanos.