El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, aseguró el viernes que cualquier administración estadounidense, independientemente de su ideología, desearía un cambio radical en Cuba, y calificó al actual Gobierno como “terrorista” e “incompetente”.
“Fue un desastre. Es un desastre. No es solo porque sean marxistas y terroristas. Son incompetentes. Son personas incompetentes que destruyeron ese país”, afirmó Rubio en una rueda de prensa en Washington, al ser consultado sobre la posición de la Casa Blanca respecto al régimen cubano.
Rubio, hijo de inmigrantes cubanos y una de las figuras más influyentes del gabinete del presidente Donald Trump, ha mantenido una postura crítica constante contra el sistema político cubano, tanto durante los gobiernos de Fidel y Raúl Castro como en la administración actual de Miguel Díaz-Canel.
Durante su intervención, Rubio responsabilizó al Gobierno cubano por la crisis económica que atraviesa la isla desde hace más de cinco años, la cual ha provocado un éxodo masivo de ciudadanos hacia Estados Unidos y otros países.
“Cuba ha sido destruida por un sistema fallido, sostenido por la represión y la propaganda. No hay futuro en ese modelo”, subrayó.
Regreso de la Doctrina Monroe
Las declaraciones del secretario de Estado se producen en un contexto en el que la administración Trump ha reforzado su política exterior hacia América Latina. Desde su retorno al poder en enero pasado, Washington ha adoptado una nueva estrategia regional basada en una versión actualizada de la llamada Doctrina Monroe, que promueve la influencia directa de EE. UU. en los asuntos internos del continente.
Rubio también hizo referencia a la presión que mantiene EE. UU. sobre el presidente venezolano, Nicolás Maduro, a quien acusó de liderar una red de narcotráfico. Caracas ha rechazado dichas acusaciones.
Aunque La Habana y Washington restablecieron relaciones diplomáticas en 2014 bajo la presidencia de Barack Obama, la llegada de Trump a la Casa Blanca en 2016 revirtió los avances en la normalización. La nueva administración ha retomado una línea dura, reforzando sanciones y denunciando violaciones de derechos humanos por parte del Gobierno cubano.
