Kaly Café es el emprendimiento que el salvadoreño Sergio Flores, de 25años, abrió con mucho esfuerzo y sacrificio en Uruguay, una cafetería que dice ser el fruto de años de lucha y mucha perseverancia para conseguir sus sueños.

El salvadoreño le dijo al periódico uruguayo El País, que cuando llegó a tierras charrúas no tenía los recursos económicos para dar inicio a su emprendimiento, simplemente tenía una cafetera y muchos sueños por cumplir.

Desde que llegó a Uruguay en 2019, Flores trabajó como jardinero, pintor, mesero, entre otras labores que le ayudaron a poder reunir los ingresos necesarios para ir comprando las herramientas principales para emprender con su cafetería.

“No tenía más nada que esa cafetera. Pero con todos los suelditos que iba juntando me fui comprando cosas con la idea clara de poner mi cafetería. Un día compraba cubiertos, otro tazas, y así. Pasaron unos dos años y la tenía casi armada en casa, solo me faltaba el lugar. Pude juntar plata para el alquiler, el depósito y demás y nació Kaly Café”, cuenta el salvadoreño.

Actualmente su cafetería está ubicada en la ciudad de Atlántida, en el departamento de Canelones, en Uruguay. El local ofrece una amplia variedad de bebidas calientes y heladas, así como desayunos, almuerzos y postres, para que los clientes disfruten de un ambiente de tranquilidad mientras visitan las costas de dicha zona.

La cafetería ofrece un amplio menú entre bebidas, comidas y postres.
La cafetería ofrece un amplio menú entre bebidas, comidas y postres.

Dura decisión

Sergio Flores también le contó al diario uruguayo que es originario de Cojutepeque, en El Salvador, y que durante sus años universitarios estudiaba administración de empresa, además de trabajar en diferentes cafeterías para los gastos personales, pero la dura situación social que vivía El Salvador durante esos años, obligó a que tanto él como su familia tomaran la decisión de migrar a Uruguay en busca de mejores oportunidades.

“Mi padre, que es escritor, había estado en Punta del Este en 2016 cuando ganó un concurso de literatura. Volvió en 2018 porque fue juez en el mismo certamen, y ya planeaba quedarse, porque en El Salvador había mucha violencia. Entonces decidimos venirnos, él, mi madrastra y mis tres hermanos menores”, recordó.