Con películas de superhéroes, adaptaciones de videojuegos y un bombardeo de secuelas, Hollywood se preparaba para otro año decepcionante, hasta que un inesperado filme de suspenso sobre el tráfico de menores puso patas arriba las expectativas de la industria. El sorpresivo éxito de “Sound of Freedom”, lleva recaudados más de 85 millones de dólares en América del Norte en apenas dos semanas desde su estreno, unas seis veces su presupuesto de 14.5 millones de dólares.

El fin de semana pasado superó cómodamente a grandes éxitos de taquilla como “Indiana Jones y el llamado del destino”, la nueva película de la famosa saga de aventuras.



Con su versión de la verdadera historia de un exagente gubernamental que rescata niños de criminales colombianos que operan una red de explotación, se pensaría en una película que el mundo podría dejar atrás. Pero así es Estados Unidos, donde “guerras culturales” por el uso de estufas de gas o banderas del Orgullo LGBT pueden acabar con amistades. Un país en el cual la mitad de la población puede considerar mala a una película que la otra mitad adora.

Los conservadores se han deshecho en elogios hacia “Sonido de Libertad” por dirigirse a un sector trabajador que, según ellos, ha sido desairado por las élites de Hollywood. Los liberales, en tanto, la han llamado una herramienta de reclutamiento de la extrema derecha, que promueve la teoría conspirativa QAnon sobre una secta de pedófilos de Hollywood y el Partido Demócrata que supuestamente secuestra niños.

Conspiraciones.

“Lo que es casi tan interesante como la película en sí es la reacción que parece provocar en los principales medios de comunicación que parecen decididos a derribarla a cualquier precio”, dijo el guionista británico de suspenso Will Jordan en una crítica positiva en su canal de YouTube con 1.8 millones de suscriptores. “...Uno pensaría que una película que arroje luz sobre la pesadilla oculta de la trata infantil sería una causa bastante admirable y digna de apoyo”, agregó.

Rodada en 2018 con fondos de inversionistas mexicanos, la película cuenta la historia del exagente especial de Seguridad Nacional estadounidense Tim Ballard, quien en 2013 comandó la “Operación Ferrocarril Subterráneo” para rescatar a niños de traficantes de una red de explotación sexual.

El largometraje se ha convertido en una causa célebre para figuras de la derecha estadounidense, desde el intelectual canadiense Jordan Peterson al comentarista político y locutor Ben Shapiro, pasando por el expresidente Donald Trump, quien presentó la cinta en su club de golf de Nueva Jersey.
“Recibimos mensajes de todo el país sobre cines repletos, entradas agotadas y espontáneas ovaciones de pie para la película en numerosos lugares”, comentó Brandon Purdie, jefe de distribución de Angel Studios. “Ver esta película se ha convertido en una necesidad, gracias al increíble boca a boca”, añadió.

Pero la película ha sido criticada por caracterizar de manera diferente el problema de la trata de personas y por la controversia que rodea a su estrella, Jim Caviezel, quien interpretó a Jesús en “La pasión de Cristo” (2004). Ese devoto católico, de 54 años, asistió a varios eventos de QAnon y promovió la teoría de conspiración que asegura que las redes de tráfico de menores drenan la sangre de sus víctimas para obtener la hormona adenocromo, un supuesto elixir de la juventud.

Las críticas a “Sound of Freedom”, coprotagonizada por la ganadora de un Óscar (1995) Mira Sorvino, enfrentó a medios de entretenimiento tradicionales con el público cinematográfico. Audiencias que, mientras le otorgan una puntuación perfecta del 100% en Rotten Tomatoes, le asignan A+ en CinemaScore. En medios de renombre, como Variety, The New York Times y The Guardian, las reseñas fueron mayormente negativas y en ellas se calificó la cinta de “afín a QAnon” o simplemente de aburrida.

“Saber que miles de adultos asimilarán la película, este sueño febril de los justicieros, y saldrán pensando que están mejor informados sobre una crisis de la civilización oculta... es profundamente deprimente”, consideró la revista Rolling Stone.