La construcción de Macondo, un pueblo que tiene un siglo de historia, que goza de ser uno de los pueblos más queridos de la literatura latinoamericana, pero que nunca existió, fue la tarea que enfrentó el equipo de producción de “Cien años de soledad”, la esperada adaptación que Netflix hizo de una novela ampliamente elogiada como una de las mejores obras literarias del siglo XX.

La novela “Cien años de soledad” del autor colombiano y ganador del Premio Nobel Gabriel García Márquez fue escrita en 1967. La historia sigue a siete generaciones de la familia Buendía, quienes tienen caminos cíclicos de obsesión, anhelo, idealismo y desapego, y están inextricablemente ligadas al destino de su hogar, Macondo.

Macondo nunca ha sido localizado en ningún mapa, pero ha vivido en la mente de los lectores durante décadas. También está impregnado de la verdadera vida y esencia colombiana.

Por eso, la serie de Netflix, que durará dos temporadas y se estrena este 11 de diciembre, se filmó completamente en español y exclusivamente en Colombia. La serie también cuenta con la aprobación de la familia del autor. Asimismo, los hijos del escritor, Rodrigo García y Gonzalo García Barcha, son los productores ejecutivos.

Las dos versiones de Macondo


La producción implicó la construcción de escenarios del tamaño de una ciudad y crear vestuario fiel a los que se usaban en los siglos XIX y XX. “La historia de “Cien años de soledad" transcurre durante un momento específico de la historia colombiana”, dijo la diseñadora de producción Bárbara Enríquez. “La tratamos como una pieza de época”.

Enríquez se encargó del diseño de producción en 2022, después de que Eugenio Caballero, mejor conocido por sus sets en la película “El laberinto del fauno” y ganador del premio Oscar, abandonara el proyecto. La producción de Cien años de soledad es una de las más grandes en la historia latinoamericana, según Netflix; por lo tanto, requirió la construcción de tres pueblos diferentes.

El poblado anónimo de chozas de barro y bambú, donde los primos José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán crecieron y se casaron antes de liderar a parte de su comunidad en un éxodo, a través de cadenas montañosas y pantanos desorientadores para establecer Macondo, fue el primero en ser construido.

Luego, hubo dos versiones de Macondo en sí: las sencillas casas con techo de paja y caminos de tierra de sus primeros años, seguidas por las calles verdes y las elegantes casas de varios pisos que se desarrollan a medida que el pueblo se conecta cada vez más con el mundo exterior.

La casa Buendía fue construida desde cero para adaptarse a lo que la historia de García Márquez exige.
La casa Buendía fue construida desde cero para adaptarse a lo que la historia de García Márquez exige.



El realismo mágico es “en realidad sólo una realidad en la que ocurren cosas mágicas”, dijo Enríquez. “Desde el punto de vista del diseño de la escenografía, lo que queríamos hacer era una escenografía histórica muy rigurosa, para luego poder insertar las partes extraordinarias dentro de lo ordinario”.

Eso no significa que los elementos de utilería individuales no puedan evocar una sensación de asombro o una sensación mágica. El mejor ejemplo es el primer elemento de utilería significativo que se ve en los avances: el libro de pergamino en el que el personaje gitano Melquíades escribe, en sánscrito, la totalidad de la historia de Macondo. Para crear este elemento, el equipo de producción trabajó con un traductor de sánscrito que adaptó el texto completo, así como con un calígrafo que trabajó en el tomo gigante.

Luego está el primer bloque de hielo que se vio en el pueblo de Macondo, traído por gitanos viajeros, que permanece en los recuerdos de Aureliano Buendía por el resto de su vida. Presentado como un enorme y brillante diamante en un cofre de oro, que estalla en niebla al abrirse y arroja una suave luz sobre José Arcadio y sus dos hijos, este bloque de hielo usado en la producción era real.

“Era muy importante tener la apariencia y la sensación auténtica, y que cuando (el joven Aureliano) tocara el hielo, la reacción del actor fuera auténtica”, recordó Enríquez.



La casa Buendía, un personaje más


En el centro del pueblo se encuentra la familia Buendía, que crece constantemente para satisfacer las necesidades de sus diferentes miembros. Sus dormitorios están llenos de personajes enamorados que llegan a la mayoría de edad y encuentran intimidad bajo sus mosquiteros; su laboratorio alquímico alberga los experimentos científicos obsesivos del patriarca José Arcadio y Melquíades.

Luego está el taller de metal del personaje de Aureliano, donde produce minuciosamente peces de colores, hechos a medida para el espectáculo. Y, cuando las niñas Amaranta y Rebeca crecen, la sala de los Buendía se transforma con la música, ya que el italiano Pietro Crespi trae una pianola y una delicada caja de música que cautiva a la familia.

En ese sentido, Enríquez y su equipo tratan a la casa como un personaje en sí mismo, como a los demás personajes dentro de la historia, un lugar que se transforma y evoluciona. “La casa es simplemente otra Buendía”, comentó.

“Cuando Úrsula está feliz, la casa está feliz. Cuando Úrsula está deprimida, la casa se ve deprimida. Cuando el pueblo está en guerra, la casa está en guerra”, dijo Enríquez. El equipo de Enríquez utilizó una enorme colección de muebles antiguos, para decorar esta vivienda. Además, los productores trabajaron con comunidades indígenas de toda Colombia, como los artesanos del pueblo Zenú, en Córdoba, que crearon cestas tejidas para el espectáculo, y del pueblo Chimila, en Magdalena, que crearon hamacas tradicionales llamadas chinchorros.

“Pudimos utilizar objetos y materiales que no sólo eran fieles a la época, sino también a los pueblos indígenas”, dijo Enríquez. “También recorrimos todo el país en busca de artesanos que supieran utilizar las técnicas”.


El pueblo de Macondo fue construido en un espacio equivalente a 70 canchas de fútbol en el valle interior colombiano.
El pueblo de Macondo fue construido en un espacio equivalente a 70 canchas de fútbol en el valle interior colombiano.




La diseñadora de vestuario Catherine Rodríguez también tenía un método cuidadoso y único para visualizar Macondo; así que, incluyó en su trabajo la investigación de los registros nacionales de Colombia y la referencia a acuarelas de la época.

“Leí muchos libros sobre el autor, el período y la moda de la época”, dijo Rodríguez. “Hay muchos registros; hay mucha documentación sobre la época”. Pero la investigación planificada y meticulosa no les permitió a ella y a su equipo avanzar mucho. “Llega un momento en el que hay que sentarse y desarrollar todo. Ahí es donde entra la parte creativa. Hay que elegir colores, aplicaciones y texturas, porque no hay ninguna autoridad que diga cómo era Macondo en el siglo XIX o XX”, explicó.
“En realidad es una compilación de muchos elementos diferentes, y los directores querían que todo pareciera muy natural, porque el libro ya tiene muchos elementos mágicos”.

Durante los primeros episodios, las telas en tonos tierra, las botas de cuero y los sombreros de paja de ala ancha que usaban los primeros colonos de Macondo dan paso a siluetas más modernas, desde delicados vestidos florales hasta trajes de hombre a medida.

Los visitantes son parte esencial de esta evolución del vestuario, puesto que se presentan continuamente con nuevos estilos, como los coloridos textiles de los gitanos viajeros, la extravagante seda bordada de Italia de Crespi y los sombreros para el sol adornados con flores de la familia del rico magistrado entrante.

A pesar de que Rodríguez dijo no tener favoritos en lo que respecta a los personajes, disfrutó vistiendo a Rebeca y Amaranta a medida que crecían, y se convirtieron en antagonistas secretas debido a sus intereses amorosos en pugna. De los pálidos vestidos de niña de la infancia, sus guardarropas se vuelven elegantes en colores y patrones, contrastando entre sí.

Durante las dos temporadas de “Cien años de soledad” los personajes y la misa casa de los Buendía se irá transformando e introduciendo a los espectadores a este realismo mágico que solo el único y gran escritor colombiano Gabriel García Márquez puedo crear.