Ahora está en ruinas debido a catástrofes naturales y el paso del tiempo, pero el recinto sigue siendo un pilar de la comunidad luego de más de 300 años.
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“Se le llama popularmente de dos maneras: iglesia colonial o iglesia vieja”, menciona una habitante del distrito, además agrega: “Para construir el templo trajeron piedras desde los ríos Paz y Guayapa a puro lomo e hicieron ladrillos gruesos para sus muros”.
Según rumores de los lugareños, la iglesia fue edificada sobre ruinas ancestrales pertenecientes a los pueblos originarios de la zona.
Por su parte, el libro titulado “Tacuba, un lugar mágico”, destaca que la construcción representaba “el sometimiento de un pueblo indígena a nuevos sistemas especialmente el religioso” y que de este sometimiento se desprendían joyas arquitectónicas impresionantes como la Iglesia colonial.
A lo largo de los siglos, este recinto fue testigo de numerosos eventos históricos. En 1769 ya contaba en su interior con un órgano musical y un retablo, entre otros elementos, según menciona el libro mencionado.
La fachada original, que alcanzaba los 40 metros de altura, y la estructura de 15 metros de ancho por 85 de largo, reflejaron la magnitud y la importancia que el templo tuvo en su tiempo.
Sin embargo, el 29 de julio de 1773, el devastador terremoto de Santa Marta cuyo epicentro fue en Guatemala, dañó significativamente sus paredes, algunas de las cuales tienen más de un metro de grosor, así como, el recinto religioso en general.
En reconocimiento a su valor cultural, la Asamblea Legislativa de El Salvador declaró la iglesia como “Bien Cultural Monumental” el 23 de agosto de 1978.
En años recientes, la administración municipal ha llevado a cabo proyectos de mejora alrededor del templo para facilitar el acceso a los turistas, quienes aprovechan para capturar recuerdos junto a las imponentes ruinas.
La nueva parroquia de Santa María Magdalena está frente a las ruinas de la iglesia colonial cumpliendo las funciones que en siglos pasado cumplía su antecesora. Las ruinas de este recinto histórico, no solo son un símbolo de la fe y la historia de Tacuba, sino también un atractivo turístico que invita a los visitantes a explorar y apreciar la herencia cultural de Ahuachapán.