De acuerdo con datos del Archivo General de la Nación, la vestimenta de las mujeres durante dicha época, dependía de la clase social a la cual pertenecían. Las de clase alta utilizaban vestidos confeccionados en algodón, manta, lana o lino, e incluso algunas podían darse el lujo de vestir prendas de seda traídas desde Francia e Inglaterra.
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Por su parte, las soldaderas al sumarse a la guerra, confeccionaban sus propios trajes militares, algunas se decidieron por usar falda y rebozos, mientras que, otras utilizaron prendas masculinas militares de los bandos revolucionarios manifestando su decisión sobre cómo vestir ante una sociedad patriarcal, así como eliminar las restricciones de género que ciertas prendas tenían.
Bajo la dirección creativa de Muñohierro, que estuvo a cargo del Diseño de Producción, Amanda Cárcamo (diseño de vestuario) y Vivianne Saler (diseño de maquillaje), el equipo dedicó meses de investigación y trabajo artesanal para recrear fielmente la moda y estética de principios del siglo XX, cuidando hasta el más mínimo detalle.
Un equipo de más de 40 personas trabajó exclusivamente en el departamento de vestuario y maquillaje, con apoyo adicional para confeccionar las prendas necesarias durante el rodaje.
Se diseñaron trajes para campesinos, hacendados, revolucionarios, militares, policías, y mujeres de la alta sociedad, usando telas como algodón y lana. Se emplearon tintes naturales como el de cochinilla, para lograr colores auténticos, como el amarillo en los uniformes de los peones.
Los personajes femeninos, como Tita, Rosaura y Gertrudis, visten faldones largos y prendas heredadas, reflejando las diferencias sociales y el desgaste del tiempo. Y es que la indumentaria de la época no seguía las últimas tendencias europeas; era más modesta y se remendaba para prolongar su uso.
Por otra parte, el peinado de Mamá Elena fue uno de los más desafiantes, simbolizando la dureza y la amargura del personaje. Por su parte, Rosaura, hermana mayor de Tita, experimenta cambios dramáticos en su apariencia a medida que su carácter evoluciona.
El actor Andrés Baida, quien interpreta a Pedro, utilizó patillas postizas que se colocaban con delicadeza para evitar diferencias de color con su cabello. Durante dos semanas, el departamento trabajó de la mano con los actores para encontrar el look ideal.
Para armar los tocados se utilizaron plumas, cintas, perlas, flores de seda, flores estilo pastillaje entre otros adornos.
El equipo de maquillaje trabajó para asegurarse que los looks de los personajes fueran auténticos y reflejaran la realidad de la época, ya que en aquel entonces se utilizaban productos naturales, como vinagre para el cabello y pigmentos naturales para el maquillaje. La producción tomó los caminos necesarios para respetar la autenticidad de la época.
Durante la investigación del equipo de maquillaje, se descubrió que todo lo que las mujeres de la época utilizaban, era muy natural. El rimel, los labiales, los rubores, sombras, entre otros aditamentos, eran hechos con tintas naturales. Las cejas fueron el reto más grande porque en aquel entonces no se diseñaban.
Hasta en el maquillaje y peinado, la propuesta fue que todo se sintiera botánico y que viniera de pigmentos naturales para hacer de la cocina el foco principal de la historia.