El cineasta autodidacta empírico, Ángel Ricardo Rysh, es parte de la nueva generación de cineastas que le demuestran al continente y al mundo el arte audiovisual que se produce en El Salvador.

Actualmente se encuentra a las puertas de una nueva oportunidad de demostrarle al mundo cómo en el país, aún sin contar con estudios profesionales de cine, ha logrado crear producciones dignas de competencias internacionales y más aún, sin fondos para ello.

Precisamente, el poco presupuesto de sus cortos, lo hace apto para participar en el Festival de Cine Pobre que se llevará a cabo en mayo en Panamá.

El objetivo del festival es incentivar a los cineastas que realizan producciones sin presupuesto o con muy poco. Así también se pretende visualizar las producciones participantes y las historias que narran.

A diferencia de festivales con producciones más sofisticadas, donde la fotografía y edición son clave importante como criterio de evaluación (y que requieren de un buen equipo técnico), en el festival panameño (también llamado Panalandia), se busca mostrar historias que se cuentan sin la necesidad de recurrir a un gran presupuesto.

Rysh participa con el documental “Hacer o no hacer cine” en donde explica sobre cómo es hacer cine en El Salvador “desde su trinchera”.

Cuando lo estrenó en 2019 su propósito al lanzarlo fue “motivar a cineastas a hacer cine o no hacer cine en un país sin industria de cine”.

Ricardo Rish con cineastas Diego Figueroa y Maya Molina. / Cortesía
Ricardo Rish con cineastas Diego Figueroa y Maya Molina. / Cortesía

La trayectoria.

El primer festival de cine en el que participó fue el Ícaro de 2017 en donde representó al país con su cortometraje “Café salvador”.

Luego participó en un festival francés, en donde proyectaron cintas centroamericanas y solo dos muestras con la de él representaron al país. También en el Chicago Latino Film Festival con su corto “Adiós”.

Así como en varios locales como el Ícaro Salvadoreño, el Festival de la Universidad Mónica Herrera.
Su trayectoria también se ha visto influenciada por el apoyo y la mentoría de grandes íconos del cine, como es el caso de André Guttfreund, el único centroamericano en haber alcanzado un Oscar.

“Desde 2016 que trabajo con André Guttfreund, él me ha apoyado en la asesoría de guion y en todos los cortometrajes ha sido una pieza importante, ya sea en la gestión de espacios, en aportarme a nivel de edición, me ofrece propuestas para mejorar. Él ha sido el maestro que ha estado permanentemente ayudándome”, explicó.

Otros cineastas salvadoreños que también lo han apoyado son Blanchy Torres, Carlos Escalón y Nelson Amaya, pues considera que ellos también tienen el gusto por hacer cine desde donde pueden y que ven sus logros también como logros personales. “Me gusta que esto del cine se vuelva familia, porque el logro de uno es el del otro y se vuelve un logro de país”, añade.

Cortesía
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“Más estricto”.

Rysh comenzó apoyándose de sus amigos, prestando equipo y sin presupuesto, pero ahora dice manejar un protocolo “más estricto” en la realización de sus audiovisuales.

“Me considero más estricto, ahora ya invierto mi dinero en hacer mi producción, pagarle a cierta gente”, dijo.