Poco a poco, el estereotipo de las chicas flacas se ha modificado y ha puesto desafíos y patrones de belleza más exigentes con traseros, caderas y bustos más y más grandes, labios más carnosos, cinturas más estrechas y cabelleras espectaculares que combinan con un maquillaje imponente; vestuario y calzado de marcas de diseñador.
Pero estos “privilegios” parecen no estar solo reservados para las millonarias y cada vez más mujeres realizan importantes inversiones en su figura para lucir más curvilíneas.
En un mundo dominado por las redes sociales, muchas quieren ser influencers, ser admiradas y vivir de ello, por lo que viralizar su imagen y trabajar para marcas de forma personal parece clave para lograr el ideal estético, aunque muchas lo hacen a la inversa: invirtiendo en su físico despuntar como personajes y creadoras de contenido.
Sea este el objetivo o sea cumplir con el ideal de belleza puede convertirse en la meta compleja para muchas personas, especialmente por el tema financiero. Y el estrés por lograrlas también puede traer problemas, según estiman los profesionales de la salud mental.
“Los cánones de belleza nos marcan la estética ideal no solo del cuerpo sino también de la ropa, del maquillaje... De este modo afectan en mayor o menor medida en la vida de las personas”, apunta la psicóloga Erin Sánchez, del blog psicologiaymente.com. “La estética perfecta ha ido variando con el tiempo y adaptándose a las características de la sociedad y circunstancias... De este modo, han surgido distintas tendencias que han influido en la apariencia de las personas, sobre todo en la de las mujeres”, añade.
“Debemos tener cuidado con estos patrones establecidos, ya que pueden conllevar problemas de autoestima o alteraciones mentales. El problema de estas características de belleza es que son inalcanzables y no permiten que nadie nunca esté conforme, puesto que siempre se podrá mejorar o perfeccionar”, concluyó.