El director de acceso a la justicia de Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad), Héctor Carrillo, calculó que hay una población penitenciaria de más de 83,000 reos, hasta el 16 de julio de este año. Estas cifras permiten calcular que el hacinamiento carcelario en los últimos cuatro meses asciende al 306.18%.

Carrillo aseveró que debido a las redadas masivas desde el pasado 27 de marzo, la tasa de detenciones en El Salvador ha aumentado de 560 por cada 100,000 habitantes a 1,317 “es decir que hemos triplicado casi, poniéndonos por encima de la tasa de Estados Unidos, y convirtiéndonos en el país con más personas detenidas a nivel mundial”, dijo ayer en la entrevista de YSUCA.

Añadió que el nivel de hacinamiento en las prisiones salvadoreños está en detrimento de los lineamientos internacionales, en cuanto a los espacios físicos.

Además, señaló que no se cumple el objetivo constitucional de las penitenciarías: el de reformar y reinsertar a la sociedad, a los reos, tras su condena.

“Lo que va a suceder es que cuando las personas salgan del sistema penitenciario, van a seguir cometiendo hechos delictivos”, dijo Carrillo.

Hemos triplicado casi (el hacinamiento), poniéndonos por encima de la tasa de EE UU y convirtiéndonos en el país con más personas detenidas a nivel mundial". Héctor Carrillo, Fespad

Medida.

El 25 de marzo inició una escalada de homicidios en El Salvador y el siguiente día quedó registrado como el más mortal de la historia reciente en el país: 62 crímenes, supuestamente a manos de las pandillas. Ese fin de semana terminó con 87 homicidios y un régimen de excepción que a la fecha lleva su cuarta prórroga.

En marzo, el presidente de la República, Nayib Bukele, ordenó aumentar las medidas en las cárceles, como consecuencia del aumento de los homicidios y aseguró haberles declarado la guerra. La dirección de Centros Penales hizo requisas en los recintos y el mandatario ordenó reducir las raciones de comida, además de quitar las horas de sol.

Los detenidos en el régimen de excepción eran trasladados de las bartolinas a las penitenciarías más grandes, como el Complejo Izalco y luego, hacia La Esperanza y el resto de penales del país.

Previo al estado de excepción, las cárceles salvadoreñas ya reportaban un importante nivel de hacinamiento, pero que había venido en disminución.