Hace más de 40 años que ya no se escucha su prédica, el mismo tiempo desde que su viñedo ya no reverdeció y dio frutos de los que él y su pueblo se sintieron orgullosos, y aún sopesa la incertidumbre sobre la muerte del padre Cosme Spessotto, mártir de la iglesia católica asesinado en 1980.

Santí Spessotto Zamuner nació en Mansuè, Italia, en 1923, miembro de una familia religiosa, pero dejó su tierras y su familia para esparcir la fe católica en un país donde no hablaba el idioma.

Fray Cosme Spessotto fue el nombre retomado por el padre, debido al Santo Cosme y Damián, uno de los primeros mártires de la iglesia, y como explicó Doris Yanira Barahona, del comité de Fray Cosme Spessotto en San Juan Nonualco, el sacerdote italiano siempre tuvo el deseo de ser mártir.

Don Crescencio Gómez, de 92 años, conoció al padre Cosme Spessotto.
Don Crescencio Gómez, de 92 años, conoció al padre Cosme Spessotto.

Arribo.

En el año de 1950, el padre Cosme llegó al puerto de Cutuco, en el departamento de La Unión, donde desembarcó y se dirigió a San Pedro Nonualco, La Paz, lugar donde instaló unas campanas que trajo de Italia y donde aprendió castellano.

Aunque su presencia en tierras nonualcas fue recurrente, dos años después, en 1952 se asentó en San Juan Nonualco, tierra en el que generó una conexión con el pueblo a tal punto, que “la gente se sentía muy atendida por él”,s egún el actual párroco de ese municipo, Ildefonso Mejía.

Él vino en una vespa, entró por el cementerio en una vespa y hasta allá fue la gente del pueblo a esperarlo, con cohetes, varas y toda esa gran bulla le hicieron al padre”. Doris Yanira Barahona Rico,
Comité de Fray Cosme Spessotto


La llegada de Fray Cosme quedó plasmada en fotos, dado que llegó en una motocicleta vespa y todos los residentes de San Juan Nonualco lo esperaban con cohetes de vara. La población se sorprendió porque solo llevaba una maleta.

Fotografías de las campanas que el padre Cosme trajo al país para la parroquia. /G.A.
Fotografías de las campanas que el padre Cosme trajo al país para la parroquia. /G.A.



A pesar que el padre “tuvo una vida muy austera, muy pobre, él vivió la austeridad franciscana”, como recuerda Doris, el sacerdote era generoso con las personas para solventar alguna situación económica.

El padre Cosme era muy creativo para transmitir las enseñanzas de Dios, recuerda cómo a través de un proyector de cine colocaba películas.

Eran películas de santos, indicó Barahona, con la cual entretenía a aquellos que en la década de los 60 no tenían televisión en casa, y los evangelizaba.

Él es impulsor de la escuela de niñas y además de la escuela parroquial que es uno de los reconocimientos que se le hace a él”. Ildelfonso Mejía Flores, párroco de San Juan Bautista

Sus obras.

Las obras de Spessotto van más allá de lo espiritual, el sacerdote también apostó por el desarrollo educativo, agrícola, salud e infraestructura de San Juan Nonualco.

Barahona lo califica como un “impulsor de la educación”, pues durante su vida fundó la “Escuela de Niñas profesor Felipe Huezo Córdoba”.

“En aquel tiempo los hombres éramos los que estudiábamos no las mujeres. Él es impulsor de la escuela de niñas y además de la escuela parroquial, que es uno de los reconocimientos que se le hace a él que tienen actualmente las religiosas franciscanas”, externó el padre Mejía.

Doloroso el día que lo mataron, y lloramos de tristeza, y hoy lloramos de alegría, lo vamos a tener en los altares, aunque muchos de los que vivimos acá ya lo tenemos”. Rosa María Calderón, feligrés


A Cosme Spessotto también se le atribuye la construcción de la actual iglesia de San Juan Bautista, que él mismo ayudó a edificar, pues mientras los hombres trabajaban en la infraestructura, las mujeres y niños acarreaban piedras del río. Así como la clínica parroquial.

El próximo beato emprendió también el reto de cultivar uvas en zona caliente, sorpresivamente para Ángel de la Cruz, las más de 200 plantas sembradas en el convento del pueblo, dieron frutos a tal punto de producirse hasta 40 quintales al año.

“Se sacaban 20 quintales por cosecha, 40 quintales al año, a él le gustó y lastimosamente el fallecimiento de él también fue el fallecimiento de las plantas, porque las otras personas que vinieron, yo traté de seguir apoyando pero ya no tenían aquella visión, aquel incentivo del cultivo de la uva”, dijo de la Cruz.

Ángel de la Cruz recuerda un padre Cosme jovial, que jugaba pelota por las tardes, andaba en bicicleta, y cabalgaba caballos.

Les decía él: ‘estos niños, los he bautizado con estas manitas, tanto estos niños de acá, como estos niños de acá, ¿por qué se están matando?, ya no se maten por favor, hagan la paz”. Ángel de la Cruz, feligrés

Defender a la iglesia.

Entrados en las décadas 70 y 80 las señales de una guerra civil palpitaban en cada rincón de El Salvador, y en San Juan Nonualco no hubo excepción, la representante del comité de Fray Cosme Spessotto, recuerda que existía una “persecución terrible” en la zona, a tal punto de asesinar a catequistas.

“Padre Cosme, lo digo con seguridad, él nunca anduvo ni con la izquierda ni con la derecha, él lo que quería era hijos de Dios que tenía que ver cómo los rescataba”, enfatizó Doris Barahona.

Fuentes consultadas señalan que en muchas ocasiones tanto los militares como la guerrilla quisieron tomarse la iglesia de San Juan Nonualco, porque desde la torre se veían todas las entradas de la ciudad.

Crescensio Gómez, de 92 años, recuerda que a sus 18 años tuvo que vivir uno de estos intentos. Por un parlante el padre Cosme alertaba, un domingo a las 2:00 de la tarde, que se mantuvieran todas las puertas cerradas, pues un grupo armado se dirigía al pueblo.

El fraile junto a tres personas y don Crescencio se dirigieron a la puerta principal de la iglesia, donde los foráneos, pidieron al padre pasar al templo, a lo que el padre Cosme se negó, “la iglesia es casa de adoración, no puedo dejar que entren a que la profanen. Mejor les doy mi cuello”, recuerda don Cresencio que fueron las palabras del sacerdote.

Eso me admiré, era un hombre temeroso a cumplir los derechos de Dios y de la Iglesia otro hombre no hubiera tenido ese valor, no les dice le doy mi cuello”. Crescensio Gómez, feligrés


Esta persecución a la iglesia llevó al padre Cosme hasta el cuartel de Zacatecoluca y enfrentarse a militares para pedir, le entregaran a los detenidos, miembros de su misma parroquia, según el padre Ildefonso.

Fray Cosme también se encargaba de enterrar a víctimas de masacres, de un bando y de otro, y ayudaba a las viudas de los mismos con canastas básicas.

Rosa María Calderón asegura que el sacerdote era muy claro que lo mejor era que, como feligreses, no se involucraran en política.

“Recuerdo que una vez en una reunión que tuvimos como parte de la parroquia él pensó que si alguno de nosotros que estábamos ahí con él, estábamos metidos en política, que nos alejáramos porque eso no era bueno”, rememoró Calderón.

Spessotto ya había sido amenazado de manera anónima, incluso escribió un “testamento espiritual”, donde externaba que su vida corría peligro.
“Los familiares dicen que ellos le dijeron que se regresara para Italia, y él dijo: ‘no, yo quiero estar aquí porque este es mi pueblo San Juan Nonualco” externó el padre Mejía.

Copia del testamento espiritual, que el futuro beato, Fray Cosme Spessotto, escribió, advirtiendo el peligro que corría. / Gabriel Aquino
Copia del testamento espiritual, que el futuro beato, Fray Cosme Spessotto, escribió, advirtiendo el peligro que corría. / Gabriel Aquino

El día en que su voz se apagó.

El 14 de junio de 1980, Doris manifestó que el padre Cosme había oficiado una misa a las 3:00 de la tarde, la misa de nueve días del hermano de Barahona, ella junto a otros miembros del coro y la pastoral juvenil le consultaron a Spessotto si querían que se quedaran a la misa de las 7:00 de la noche, el padre indicó que cenaran y regresaran.

A su salida y unas cuadras después, recuerda que solo escuchó una ráfaga de disparos y con otros jóvenes salieron corriendo.

Fray Cosme ya no era párroco en esta iglesia, pues había sido asignado en ese mismo año en la ciudad de Zacatecoluca, pero él nunca dejó a San Juan Nonualco, ese sábado se encontraba orando cerca de un pilar de la parroquia San Juan Bautista, mientras el sacerdote de la iglesia se revestía en la sacristía, para confesar a las religiosas franciscanas.

Sin embargo, unos disparos fueron emitidos desde una de las puertas de la iglesia, de hecho, dicho pilar aún resguarda una de las balas con la que el martirio de Cosme se concretó.

Los disparos también fueron escuchados por Rosa María, que daba de cenar a sus hijos y esposo en ese preciso momento, y por Ángel de la Cruz, quien se encontraba a una cuadra de la iglesia.

De la Cruz asegura que aún lo vio con vida pero ya no podía hablar. Y Barahona recuerda haber llegado a la iglesia impactada por lo que había ocurrido, “agarré valor, me acerqué a él, y cuando ya le vi la cara ya lo habían volteado, el padre estaba radiante, yo lo vi radiante, y casi con una sonrisa”, señaló.

En el museo que San Juan Nonualco le dedica a Spessotto guardan sus reliquias: la ropa con la que fue asesinado y el algodón con que limpiaron su sangre. / Gabriel Aquino
En el museo que San Juan Nonualco le dedica a Spessotto guardan sus reliquias: la ropa con la que fue asesinado y el algodón con que limpiaron su sangre. / Gabriel Aquino

No se ha ido

El padre Cosme fue asesinado el 14 de junio de 1980, su luz terrenal se apagó, pero para la feligresía al que él bautizó, comulgó, e incluso casó, el padre Cosme jamás se ha ido de San Juan Nonualco.

“Yo consideraba que para mí él no merecía esto, porque nunca se había metido en política y había sido tan valiente de hablar con los dos bandos”, dijo Rosa Calderón.

Del padre Cosme se guarda aún su oficina, con su escritorio, sus fotografías, sus propias hormas para elaborar sus sandalias, su cámara, su cama, así como las vestimentas con las que fue asesinado, intactas, así como la sábana y algodones utilizados para limpiar su sangre ese trágico día.

Cosme Spessotto será beatificado el 22 de enero del 2022, junto al padre Rutilio Grande, y los laicos Manuel Solórzano y Nelson Lemus, los cuatro asesinados por odio a la fe. Las reliquias de Fray Cosme regresarán a San Juan Nonualco luego de la beatificación, el 23 de enero.