El pandillero también es conocido como José Antonio Rodas Ramírez y Johnny Rodas Ramírez, alias “El Perverso”, y en Honduras, el gobierno tiene dos peticiones de extradición, una del 20 de octubre del 2014 y otra del 2 de marzo.
Este sábado, Ramírez Rodas enfrentó la primera audiencia y le fueron leídos los delitos que ha cometido, violentando las secciones 924 y 1959 del título 18 del Código de los Estados Unidos; también escuchó el relato de los hechos por los que está siendo pedido en ese país.
El líder de la MS-13 fue capturado el viernes mientras jugaba un partido de fútbol con el equipo de veteranos en el municipio de Alianza, departamento de Valle, del hermano país, según reporta el periódico La Tribuna de Honduras.
“La autoridad policial ingresó al campo, le datalló que sería detenido con fines de extradición, luego le colocaron las esposas, hasta sacarlo custodiado a la vista del público que presenciaba el partido”, dice el diario hondureño. “El Perverso” no puso resistencia.
Durante los traslados hacia la Corte y a la prisión, el pandillero ha sido fuertemente custodiado por la policía y hasta decidir su extradición, guardará arresto en el centro penitenciario anexo al Primer Batallón de Infantería de Honduras.
El periódico La Tribuna también recoge que su esposa llegó a dejarle comida y ropa. “Solo Dios sabe lo que van a hacer de ahora en adelante”, dijo la mujer. Rámirez Rodas Nació en El Salvador, su madre es salvadoreña y su padre es un militar hondureño.
También es uno de los cinco pandilleros requeridos por la Corte del Distrito de Columbia, en los Estados Unidos desde 2011, acusado de dirigir, desde las cárceles salvadoreñas, extorsiones y delitos violentos en el área metropolitana de Washington.
Actualmente, la Corte Suprema de Justicia de El Salvador tiene retenidas varias peticiones de extradición, entre ellas, las de Eliú Melgar Díaz, “El Blue”, otro pandillero de la Mara Salvatrucha, solicitado en Estados Unidos.
La MS-13 y la pandillas Barrio 18, que cuentan con miles de miembros, flagelan con extorsiones, asesinatos y otros delitos en barriadas de Honduras, Guatemala y El Salvador. Su influencia llega hasta Estados Unidos, en una red de crimen transnacional que opera en algunos casos desde las cárceles.