Tener ceguera no ha impedido a Crispín Herrera para formarse académicamente y desde hace 20 años, dedicarse a enseñar a estudiantes de bachillerato. Es más, con seguridad dice que es difícil que un estudiante intente copiar en uno de sus evaluados.

Originario de Santa Rosa de Lima, del departamento de La Unión y graduado de la licenciatura en Letras de la Universidad de El Salvador (UES), contó cómo por más de 20 años ha desarrollado, con vocación, el papel de maestro, amigo, y el de un papá para muchas generaciones de estudiantes que han pasado por los salones del Complejo Educativo Doctor Humberto Romero Albergue, ubicado en San Jacinto, San Salvador.

”Las personas con discapacidad desarrollamos habilidades que las personas normales no las tienen, uno, en la necesidad que tiene lo hace, difícilmente se me pasa una copia, y si copian, a la hora de estar calificando ahí le escribo “copia de copia de copia”, y ellos me dicen: ‘¡Profe, cómo hizo!’ A mi no se me pasa nada ‘ustedes piensan que se me pasa, pero es difícil’, les digo yo”, explicó Herrera, de 49 años de edad.

El “profe Crispín” como lo llaman sus estudiantes, dijo que trata de advertirles a sus alumnos, que difícilmente podrán copiar con él, ya que al identificar un intento de copia, les suspende el examen.
“El oído es el que a mí me hace ubicar cuando alguien está haciendo un movimiento, no tengo la vista, pero nosotros como personas con discapacidad visual desarrollamos otros sentidos...Algunos piensan que yo veo, y que de repente, de frente me les pongo, o estoy cuidando, y dicen ‘cuidado profe. Usted mira, verdad”, relata el maestro.

¿Las calificaciones? Crispín contó que para el proceso de revisiones, se ayuda de su esposa, o de algún estudiante de confianza para él, teniendo en cuenta que la mayoría de pruebas son de opción múltiple, aunque aseguró, que luego hace un revisión para corroborar las respuestas.

Cada 22 de junio se celebra el día del maestro. / L. Cerón
Cada 22 de junio se celebra el día del maestro. / L. Cerón



Crispín recuerda que tras migrar de La Unión hacia San Salvador en 1993, su primera opción fue estudiar ciencias jurídicas, pero la universidad privada a la que aspiró no tenía personal para formar a personas con discapacidad visual, por eso trabajó cuatro años en una maquila, hasta que ingresó a la UES, lugar donde se graduó en 2002 como Licenciado en Letras.

“No me nació que yo iba a ser profesor, yo quería ser abogado, pero dadas las circunstancias, ahora no me arrepiento de ser un maestro, un profesor y enseñar a las nuevas generaciones y a las generaciones futuras que vengan por delante”, sostuvo Crispín.

Metodología.

Siendo las letras su especialidad, dijo que dentro de las materias que ha impartido a lo largo de su trayectoria están: Lenguaje y Literatura, Estudios Sociales, Ciencias Naturales, Seminario, Trabajo de Graduación, Psicología y Orientación para la Vida.

Ser profesor sin vista implica desarrollar material didáctico específico y una metodología diferente a la hora de impartir clases, la preparación de los materiales del Ministerio de Educación hacia el sistema braille, guiones de clases, para sus estudiantes la enseñanza por medio de dictados, guías impresas, explicó. A pesar, de esas adaptaciones , dice no arrepentirse de ser profesor.