“Federico” se fue solo en busca del sueño americano en abril del 2022 y como dicta el refrán popular creyó que la tercera era la vencida, pero no fue así. Migración lo detuvo al cruzar en su tercer intento, y el sueño se convirtió en una deportación y un regreso agridulce a su natal Ayutuxtepeque, al norte de San Salvador.

Con 21 años y la soltería como garantía de aventurarse, “Federico” -nombre ficticio por seguridad- salió desde el centro de San Salvador hasta la frontera de Guatemala, y sin mayores dificultades cruzó siguiendo las reglas de un “coyote”, un traficante de personas, al que le entregó un monto de dinero con la que bien se paga la mitad de una modesta vivienda en El Salvador. Pero su meta era llegar a Estados Unidos para encontrarse con parte de su familia y trabajar, para ayudar a su madre en el país.

“Yo tomé la decisión de irme porque allá tengo a la mayor parte de mi familia. Supuestamente un tío me iba a recibir, él fue el que me ayudó a pagarle el viaje al coyote que me llevó por todo el camino”, cuenta “Federico” durante una conversación con Diario EL MUNDO.

Antes de partir, trabajó durante meses como empleado en una barbería, pero el alto costo de la vida lo hizo buscar migrar hacia Estados Unidos, aunque entre sus motivaciones, insiste, iban otros deseos y aspiraciones.

“Creo que como todos, superarse... Acordáte que hay más trabajo y más ingresos. Yo me quería ir porque pues sí, aquí no alcanza el pisto y, además, por ayudarle a mi mamá y a mi hermano pequeño”, relata.

Federico es originario de Ayutuxtepeque, el municipio donde el 53 % de los habitantes planea irse a los Estados Unidos empujados por las dificultades económicas. De esos, el 24 % ha considerado migrar en los últimos 12 meses, según reveló este año la encuesta de El Salvador Cómo Vamos.

Pasamos de casa en casa, luego llegaron unas personas de un cártel de México a pasar lista de cuántas personas iban a cruzar. Ahí ya nos reunimos más gente de entre dos coyotes más”. Federico, migrante salvadoreño

Incertidumbre.

“Cuando salí de aquí no iba sabedor (sic) de todo. Salí por el lado de Santa Ana, no sé por qué motivos me sacaron ilegal del país, yo no pasé por la frontera sino que me hicieron rodearla como si yo tuviera problemas (con la autoridad). Me tardé como dos horas en llegar a Guatemala”, recuerda sobre aquel día de abril en el que emprendió el viaje.

Al llegar a Guatemala, pasó dos días en un hotel, a la espera de ser guiado por el coyote. Pero quien lo llevaba hacia “el norte” detuvo el viaje porque esperaban más migrantes. A los dos días partieron, eran 18 en total en compañía de nicaragüenses. Todos tenían un nombre clave para ser identificados.

“Ya en Guatemala salimos de Huehuetenango en bus hacia la frontera con México. Pasamos casi tres retenes de policías y no es como que tenés mucha libertad. Con las posibilidades que tiene esa gente (los coyotes) ya tienen pagada a esa gente (a las autoridades)”, cree Federico al notar que no había control sobre los migrantes que iban. Ese viaje tardó ocho horas, y al llegar a la frontera con México, rodearon el paso para no ser descubiertos por la Guardia Nacional.

“Pasamos de casa en casa, luego llegaron unas personas de un cártel de México a pasar lista de cuántas personas iban a cruzar. Ahí ya nos reunimos más gente de entre dos coyotes más”, cuenta “Federico” al recordar detalles de los primeros días dentro de territorio mexicano.

En el camino, “Federico” asegura que se encontró con personas de varias nacionalidades. “En México me encontré guatemaltecos, hondureños, cubanos, nicaragüenses, dominicanos, ecuatorianos, bolivianos, brasileños. Todos iban a bordo en cuatro microbuses, cada uno llevaba como a 20 personas”.


El viaje de “Federico” costó $6,000, pero hubo cubanos que pagaron hasta $13,000 por el viaje hacia Estados Unidos; dice que lo supo por conversaciones informales entre migrantes.

El drama migratorio lo azotó al ver bóvedas de tres niveles donde se encontraban muchos migrantes en deplorables condiciones. “Hubo momentos donde aguantás hambre... Pasé al menos 16 horas en un bus”, describe.

“De Ciudad de México nos llevaron a Reynosa (en el Estado de Tamaulipas)”, una región de mucho tráfico de migrantes, pero también de mucho peligro debido a la aguda presencia de las bandas del narco mexicano.

En Reynosa, “Federico” pasó una semana varado porque su travesía coincidió con la Semana Santa. “Pasamos ocho días sin hacer nada”, recordó.

Yo me quería ir porque pues sí, aquí no alcanza el pisto y, además, por ayudarle a mi mamá y a mi hermano pequeño”. Federico, migrante salvadoreño



El calvario.

Cuando el joven barbero llegó a Reynosa, tenía 17 días de haber salido de El Salvador, ahí fue recibido por otro coyote que los llevó a un lugar cerca del río Bravo. “Me llevaron a un monte a dormir, al siguiente día a las 6:00 de la mañana llegaron los encargados, y caminamos unos kilómetros hacia el río Bravo. A nosotros mismos nos pusieron a inflar la balsa”, recuerda.

Al momento de salir del río Bravo, “Federico” comenzó a correr hasta llegar a una calle de tierra donde pasan los carros de la Patrulla Fronteriza. “De la nada nos teníamos que tirar a la orilla del río donde estaban los árboles porque ahí andaban helicópteros, a escondernos”. Ahí el coyote lo abandonó con la idea que cruzaría solo.

“Federico” dice que vio cómo un grupo de migrantes de otro coyote intentó cruzar en la zona, pero fueron interceptados por los oficiales de la frontera. Al ver la suerte de los viajeros decidió regresar por el río y retornar al punto cercano donde se encontraba en Reynosa.

Dos días después, recuerda que intentó cruzar nuevamente. “Eran como dos canchas de fútbol enormes, salí corriendo, pero en eso venía la migra y lo que hice fue tirarme al suelo y me puse boca abajo a rezar. Pasaron tres patrullas, pero yo trataba de no ver”.

Durante ese momento, la Patrulla Fronteriza ubicó a dos personas. El salvadoreño dice que escuchó que eran cuestionados por una tercera persona, “luego de eso como no me encontraron bajaron con un perro guardia y me hallaron”.

“Federico” dice que fue llevado hacia un centro de detención de migrantes en Texas. “Yo estaba asustado, pero nos dijeron que por temas de covid-19 nos deportarían hacia México en la frontera”, haciendo efectiva la norma migratoria del Título 42, cuya vigencia ha sido duramente criticada.

El fichaje de la decepción

En migración, el joven fue recibido, le tomaron fotos, sus huellas digitales y datos personales. “Después me llevaron a la frontera de México y ya de ahí me fui caminando de regreso”. Llegó a Reynosa donde se planeó el tercer intento para cruzar a EE.UU.

“Federico” quiso pasar desapercibido frente a los oficiales de la frontera, pero fue descubierto cuando ya estaba en Texas, posteriormente “me subieron a un bus y me regresaron otra vez a México, ahí me dejaron en una línea fronteriza entre Estados Unidos y México”, relata. Intentó cruzar una vez más, pero fue detenido por la Guardia Nacional de México, y lo encarcelaron por su permanencia ilegal en territorio azteca.

Así pasó ocho días recluido mientras le preparaban una carta de deportación. “Ellos (las autoridades) me hicieron bajarme a otro centro de migración en el estado de Villahermosa, en Tabasco”.

Luego del fallido tercer intento por cruzar la frontera sur de Estados Unidos, “Federico” contactó al coyote, quien le dijo que podía volver a intentarlo por una cuarta vez, pero “yo me enfermé de los riñones, sentía un dolor horrible en mi espalda, no me sentía en condiciones de intentarlo una vez más... Por último, ni modo, tuve que regresarme”, relató.

Regreso a casa.

Aquí lo esperaban su familia, amigos y también la barbería donde ya tenía un trabajo. “Desde ese día en adelante me volví a dedicar a cortar pelo en la barbería”, dice resignado. Aunque guarda la esperanza de intentarlo nuevamente porque “ya sabe lo que le espera’’.

“Obviamente ahora ya sé lo que conlleva hacer el viaje, estoy preparado a lo que pueda pasar... Puede que sea mejor o también peor”, admite el joven cuyas ilusiones aún no se han apagado.

Hasta octubre de 2022, la Patrulla Fronteriza ha detenido a 5,346 salvadoreños indocumentados, que intentaban cruzar la frontera entre México y los Estados Unidos y, aunque los datos indiquen que hay una reducción del 6.6 % en el caso de los compatriotas que buscan el sueño americano, aún son grandes cantidades que siguen intentando el peligroso camino.

La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) reportó que hasta octubre de este año 12,670 migrantes salvadoreños han retornado al país, un aumento del 106.9 % respecto al mismo periodo del año anterior, la mayoría, provenientes de Estados Unidos.

Cada 18 de noviembre se celebra el día internacional del migrante, para recordar los derechos que protegen a las personas en su decisión de migrar y activar mecanismos humanitarios, en caso de ser necesario.