La amiga del padre Rutilio Grande, Amanda de Cardona, recuerda que el año 1977 fue “maravilloso y triste a la vez”. Ese año las fiestas de Aguilares habían sido “preciosas”.

Sin embargo, detrás de la entrega de Rutilio por los pobres, habían amenazas de muerte que el padre recibía en forma de notas o memorandos.

De Cardona señala que el 12 de febrero de 1977, Grande la mandó a llamar con el sacristán de la casa, y le contó que había sido amenazado, pero en ese momento, el jesuita lo tomó como intimidación.

A finales de febrero Grande si creyó estar en peligro, según Cardona le dijo: “Hoy sí, hoy sí creo que mi vida va a terminar este año”.

Carmen Moreno, amiga y costurera del padre, dice que la visitaba cada martes y la última vez que lo vio le contó que lo habían amenazado.

Tanto de Cardona como Moreno le sugirieron irse de Aguilares, pero ambas coincidieron en que el padre no se veía preocupado y se negaba a abandonar a su pueblo.

El 12 de marzo de 1977 el padre Tilo se dirigía a dar misa en el municipio de El Paisnal, por sus fiestas patronales, se presume que en el camino se encontró a unos niños a los que hizo el favor de transportar en un jeep tipo Safari, dos de los niños se bajaron antes y de camino a El Paisnal fueron sorprendidos por una ráfaga de disparos.



Las investigaciones de esa época señalaron que Grande fue impactado con 19 balas calibre 12, tipo doble cero, y junto con él Lemus y Manuel Solórzano también murieron ese día.

La noticia de sus muertes corrió por las calles de Aguilares, y a El Paisnal llegó disfrazada en forma de accidente vial.

De Cardona señala que ese día ella y su esposo, Mario de Cardona, iban a una boda a Guazapa, cuando se enteraron; en ese momento en la parroquia solo estaba el padre Salvador Carranza. El cadáver del padre fue entregado a las 9:00 de la noche.

Odio por la fe.

Esa noche, Amanda de Cardona apreció la “saña con la lo habían ametrallado”. Al quitar su camisa vio cómo había quedado su espalda. Bajo indicaciones del mismo padre Grande, Amanda llamó al Arzobispado para comunicar lo sucedido.

El cuerpo fue velado en la parroquia de Aguilares y esa misma noche Monseñor Óscar Arnulfo Romero, gran amigo del padre Tilo, llegó al lugar.

“Cuando estaba la vela, vino el arzobispo a verlo y no lo querían dejar entrar, los policías no lo querían dejar entrar, entonces se metió y dijo a llorar por el padre Grande”, relató Carmen Moreno.

“Monseñor Óscar Romero, que era un gran amigo del padre, era un amigo como no tiene idea, se querían mucho, y vimos llorar a monseñor Romero sobre el cadáver del padre, como que era un niño, nos hizo llorar a todo el mundo porque lloraba ante el cadáver del padre Rutilio, porque sí era su gran amigo “, agregó de Cardona.

La secretaria del Consejo Parroquial explicó que luego los restos fueron velados en la catedral de San Salvador, y el tercer día se enterraron los tres cuerpos en la iglesia San José de El Paisnal.

El padre Rutilio Grande fue declarado mártir por odio a la fe.