Lorena Cerén creció en el taller de carpintería de su papá, en la comunidad La Fosa, en San Salvador y aprendió el oficio, el primero de una lista que ha desempeñado en su vida para poder mantener a su familia.
Tiene 44 años, pero muy joven, y solo con noveno grado cursado, tuvo que empezar en la construcción, cuando su papá tuvo que cerrar el taller donde trabajaba la madera.
“Mi papi cerró la carpintería por cuestiones de enfermedad de mi madre, pero eso no me detuvo. En la colonia había un señor que necesitaba alguien para ir a trabajar en una construcción y yo lo escuché porque no hallaba a quién llevar, y yo le dije: ‘Don Carlos, mire, si usted gusta, yo voy con usted. Yo necesito trabajar porque quedé desempleada’. Entonces, me dijo: ‘Yo sé que con tu papá trabajabas, yo sé que puedes echarle ganas. Vamos”, relató Lorena.
En una constructora se encuentra de todo tipo de personas, y al inicio los hombres me miraban mal porque llegaban ahí y me gritaban cosas”. Lorena Cerén, mujer trabajadora
Una vez en la construcción, Lorena notó que los compañeros de trabajo la ofendían y denigraban por ser mujer; incluso, pasado el tiempo y ya acostumbrada al ritmo de trabajo, su salario era menor al de los otros albañiles que realizaban el mismo trabajo que ella.
Según la Encuenta de Hogares de Propósitos Múltiples 2020, las mujeres siguen registrando una diferencia salarial de un promedio de $64.23 menos que los hombres y esto va a variar según el grado de escolaridad; así, las mujeres que tienen entre séptimo y noveno grado cursado perciben un salario de $230.78, unos $104.26 menos que los hombres. Solo el 0.4 % de las mujeres salvadoreñas, se dedican a la construcción.
“En una constructora se encuentra de todo tipo de personas, y al inicio los hombres me miraban mal porque llegaba ahí y me gritaban cosas como: ‘¿Qué hace esta niña aquí? que se vaya a cocinar, a lavar ropa o que me planche las camisas’. Ya cuando le tomé el mismo ritmo de ellos eso iba cambiando, pero cuando era el momento de la paga, era menos mi salario y hacía lo mismo. Fue frustrante”, señala Lorena.
En su comunidad, es conocida por ser multioficios y sus vecinos la buscan porque, afirma ella, confían en su trabajo. En su vida, Lorena ha sido carpintera, albañil, electricista, y fontanera, se ha dedicado al trabajo de pintar casas y actualmente labora haciendo limpieza en una escuela capitalina, trabajo que ha realizado en los últimos siete años, aunque también ha laborado en limpieza de hoteles, y casas.
Para desempeñar labores masculinas, Lorena ha tenido que enfrentar señalamientos. “Claro, es difícil.
Al inicio la gente te critica por todo, porque no es lo que acostumbran a ver, pero es ahí donde esta el valor. No lo hice para ser reconocida lo hice por mis necesidades como cabeza de una familia, porque soy madre y ahora abuela, y la cosas no siempre fueron tranquilas como es hoy; y yo digo: Si yo pude, toda mujer puede”, afirma Lorena.
La misma Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2020 señala que el 33 % de la población ocupada que trabaja por cuenta propia sin un local son mujeres, frente a un 21.4 % de hombres en igual condición. Esa encuesta señala que el 66 % de las mujeres ocupadas no tienen cobertura del Seguro Social, sea público o privado.
