El 13 de enero de 2001, a las 11:33 a.m., un sismo de 45 segundos de 7.7 grados en la escala de Richter abrió la tierra en dos, dejando a su paso muerte, destrucción y un profundo dolor que aún pervive en la memoria colectiva. Hoy se cumplen 24 años desde que El Salvador fue sacudido por uno de los terremotos más devastadores de su historia.

La amenaza de nuevos sismos sigue latente en la mente de los salvadoreños, quienes recuerdan vívidamente la devastación de 2001. Hasta la fecha de ayer, 12 de enero, al menos 213 réplicas han sido registradas por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Marn) en el país, luego del sismo de magnitud 6.3, ocurrido el domingo 5 de enero frente a las costas de La Paz.

Ante esta realidad, Diario El Mundo conversó con la psicóloga Kathya Trejo sobre cómo reaccionan los salvadoreños ante estos eventos y cómo podemos manejar el estrés y la ansiedad que generan.

La experta señala que la experiencia de un sismo genera una amplia gama de emociones, desde el miedo y la confusión hasta la ira y la frustración. Estas emociones pueden intensificarse en personas que han vivido experiencias traumáticas previas.

“Los salvadoreños que han experimentado terremotos pueden desarrollar estrés postraumático, manifestándose en síntomas como pesadillas, dificultad para concentrarse, irritabilidad y un estado de alerta constante”.
Kathya Trejo,
Psicóloga salvadoreña.

Cientos de personas quedaron sepultadas en el alud de tierra de Las Colinas, en 2001. Otros centenares de personas ayudaron en su búsqueda. / Cortesía de Cruz Roja
Cientos de personas quedaron sepultadas en el alud de tierra de Las Colinas, en 2001. Otros centenares de personas ayudaron en su búsqueda. / Cortesía de Cruz Roja


La experiencia de vivir un terremoto es única para cada persona. Preguntamos a doña Martha Castillo, una salvadoreña de 72 años residente de la Zona Metropolitana de San Salvador que ha experimentado dos sismos de gran magnitud en su vida.

“Cada vez que tiembla, siento como si la casa fuera a caer sobre nosotros; yo he vivido dos terremotos: el de 1986 y el del 2001 y por eso, la angustia me paraliza en esos momentos. A pesar de los años, el miedo persiste y me impulsa a salir corriendo para afuera siempre; muy diferente como les pasa a mis dos nietos; ellos tienen 12 y 19 años y son mucho más tranquilos en medio de esas situaciones”, confiesa.

La psicóloga explica que la edad, las experiencias previas, el entorno social y la personalidad son factores que influyen en la forma en que cada persona reacciona ante un sismo.

Además, advierte que algunos individuos pueden desarrollar comportamientos compulsivos como revisar constantemente la seguridad de su hogar o evitar lugares cerrados.

¿Qué hacer?

La terapeuta emocional señala también que, ante la recurrencia de estos eventos naturales en nuestro país, es fundamental contar con herramientas para proteger la salud mental de los más pequeños y destaca la importancia de implementar diversas estrategias para ayudar a los niños a sobrellevar el miedo y la ansiedad que generan los sismos.

La preparación es clave para reducir el impacto emocional de los sismos. Trejo recomienda utilizar cuentos y juegos de roles para explicarles qué es un terremoto y cómo actuar ante esta situación. "Es importante que los niños identifiquen sus emociones y sepan cómo expresarlas", señala la especialista.

Finalmente recomienda, para quienes pierden la calma, fomentar la búsqueda de redes de apoyo, como familiares y amigos, para que se sientan acompañados y comprendidos.