La médica explicó que generalmente las personas con ideas suicidas avisan a su entorno sobre su idea.
“Avisan de alguna manera explícito o implícita en sus actos, antes de llegar a una decisión tan extrema e impactante, entonces, la manera de avisar suelen ser, a veces decirlo explícitamente: ‘Me voy a matar’, ‘me voy a suicidar’, entonces ante ese hecho, lo primero que una familia debe de hacer o los amigos es, no obviar esas palabras, ayudar, no tomárselo a la ligera”, aconsejó la galena.
Entre las señales que Barahona explica están aislarse del resto de personas, expresar desesperanza, descuidarse de sus amistades, confinarse y hablar explícitamente de la muerte.
El psicólogo e investigador académico asociado de la Universidad Luterana Salvadoreña, Jorge Molina, cita a la American Psychologycal Association (APA, por sus siglas en inglés) con otras alertas a considerar: “Tiene problemas para comer o dormir, muestra cambios drásticos de comportamiento, se retira de amigos o actividades sociales, pierde interés en la escuela, trabajos o pasatiempos, se prepara para la muerte escribiendo un testamento y haciendo los arreglos finales, regalar posesiones preciadas”, explica.
Añade que también son alertas cuando una persona ya intentó suicidarse, toma riesgos innecesarios o ha experimentado pérdidas graves. También puede ser alerta el aumento del consumo de alcohol o drogas.
Molina, quien también es director del Semillero de Investigación del Comportamiento de Automedicación de la Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia, sugiere que el tema debe ser tratado desde la pedagogía de la Salud. “Este tipo de temas se deben pedagogizar y reflexionar apropiadamente en diferentes poblaciones, incluyendo las personas con necesidades especiales, poblaciones que usualmente pasan desapercibidas, o personas con padecimientos y enfermedades crónicas”, considera Molina.
El psicólogo también explicó que deben de estudiarse aquellos comportamientos que tienen intencionalidades suicidas o que exponen al suicidio como tomar licor como una forma de autodestruirse.
La doctora en Psiquiatría, Claudia Barahona, manifiesta desde su experiencia que en El Salvador, los jóvenes y adultos en edad productiva son personas que sufren eventos de suicidio.
La data en El Salvador.
Según la Encuesta Nacional de Salud que el Gobierno realizó pospandemia, un 2.3 % de personas entre los 18 y 59 años de edad, y un 0.9 % de mayores de 60 tienen riesgo moderado alto de ideación suicida, mientras que dos de cada 10 adultos padecen depresión, una enfermedad que puede desencadenar suicidio.Barahona explicó que después del a pandemia del covid-19 la población de jóvenes y adolescentes han presentado más problemas de salud mental que antes del confinamiento.