En este camposanto descansan expresidentes de la República como el capitán Gerardo Barrios, quien gobernó de 1859 a 1863. Se le conoce como el impulsor del cultivo de café en el país. En su mausoleo él está representado junto a su esposa, Adelaida.
De igual forma, está la tumba de Manuel Enrique Araujo, también expresidente del país entre los años 1911 y 1913, su sepulcro se caracteriza por ser una cripta en forma de roca coronada con una figura de Cristo resucitado, cuya entrada es cuidada por un ángel.
Otro personaje reconocido en dicho cementerio es Francisco Morazán, hondureño de nacimiento quien murió fusilado en 1842, en Costa Rica. Su mausoleo es uno de los más visitados por los salvadoreños.
También yacen los restos del general Maximiliano Hernández Martínez, fue presidente de El Salvador desde 1931 y que se alargó en un régimen militar hasta 1944. Es recordado porque durante su gobierno ocurrió la masacre indígena en 1932 y fue derrocado tras la huelga de los brazos caídos.
En el camposanto también están los restos de distinguidos artistas del país como el escritor Salvador Salazar Arrué, creador de “Cuentos de Barro” y “Cuentos de Cipotes”, quien falleció en 1975.
Además, está la sepultura de Carmen Brannon conocida como Claudia Lars, escritora de “Tierra de Infancia”, entre otros libros.
Así como el “Poeta Niño” Alfredo Espino, además de músicos como el paraguayo Agustín Barrios Mangoré, guitarrista y compositor de música clásica.
Entre los políticos reconocidos que han sido sepultados en este cementerio está el mayor Roberto D'Aubuisson, fundador del partido politico Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y el comandante del Partido Comunista, Schafik Jorge Hándal, cuyo nicho está frente a la entrada principal del cementerio. En su lápida se lee la frase “Que me describan como he sido, un luchador por mi pueblo”.
Una de las tumbas es de la figura de la izquierda salvadoreña, Agustín Farabundo Martí, fundador del Partido Comunista Centroamericano, y quien fuera fusilado el 1 de febrero de 1932, durante el levantamiento indígena.
Otros de los personajes enterrados en el área es José Rosales, banquero y militar que donó parte de su fortuna para la creación del hospital general de San Salvador, hoy llamado Hospital Nacional Rosales.
Así como Benjamín Bloom, quien donó en 1928 un hospital para ser usado en asistencia a la niñez salvadoreña, siendo el primer hospital de niños de El Salvador, el cual en la actualidad lleva su nombre.
Un mausoleo peculiar en forma de avión guarda los restos del pionero de la aviación salvadoreña, el piloto aviador italiano, Enrico Massi; falleció a los 25 años en un accidente aéreo, el 04 de octubre de 1923, mientras hacía un vuelo de instrucción, en el aeródromo de Ilopango. Su muerte fue considerada duelo nacional.