“Un hombre con una gran calidad humana, oración, paz y tranquilidad”, así se recordó María Elena de Vásquez al fallecido arzobispo emérito de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle. Ella llegó ayer a Catedral Metropolitana para ser parte de los actos fúnebres y despedirse del sacerdote.

Alrededor de las 10:00 de la mañana, Elena de Vásquez esperaba junto a decenas de feligreses y autoridades eclesiásticas los restos de Sáenz Lacalle. Unos minutos habían pasado, y el carro fúnebre apareció por la calle Rubén Dario escoltado por policías abordo de motocicletas.

Según contó Elena, ella trabajó unos diez años con el prelado, en la librería del Arzobispado, y dijo haber asistido a los actos fúnebres porque fue de él de quien aprendió las enseñanzas bíblicas.

“Una persona bastante tranquila, de mucha oración, bien espiritual, suave cuando alguien quería llamar la atención en algunas situaciones, buscaba las maneras más suaves de no herir, de no dañar, de una gran calidad humana, oración, paz”, recordó entre lágrimas.

Con una oración de responso presidida por el Arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas y el cardenal Gregorio Rosa Chávez y otros obispos del país, elevaron una plegaria para el espíritu de Lacalle.

Él cuidaba que las personas con las que hablaba no se dieran cuenta que él no lo estaba reconociendo, siempre lo saludaba”. Luis Amaya, amigo de monseñor Saénz

Iglesia.

“Es este un momento trascendente de fe, vivamos como familia, porque la partida de monseñor nos atañe a todos muy de cerca, nos entristece como es natural, pero a la vez nos llena de esperanza y consuelo, saber que está con el padre, unido a Cristo, en la gloria del cielo y que desde allá pide por nosotros”, dijo durante la oración, Escobar Alas.

Alas invitó ayer a la población salvadoreña a participar de los actos fúnebres y elevar oraciones por el eterno descanso de Sáenz Lacalle.

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También el cardenal recordó a monseñor Sáenz Lacalle, con quien compartió y fue su auxiliar en el arzobispado. “Un hombre muy espiritual, muy organizado, muy exigente consigo mismo, un legado muy grande nos ha dejado, profundamente mariano, gran devoto de la santísima eucaristía y un gran organizador, hay mucho que agradecerle”, recordó monseñor Rosa Chávez.

Algunos feligreses que asistieron a los actos fúnebres lo recordaron como un hombre de paz, y de buen humor, entre ellos, Luis Amaya, quién dijo lo conoció desde los 15 años de edad, en un retiro que él hizo cuando estudiaba en un colegio católico.

Amaya también explicó cómo fue Lacalle luego que en 2012 le diagnosticaron Alzheimer, razón por la que se retiró de las actividades religiosas, ysu causa de muerte.

“Él cuidaba que la personas con la que hablaba no se dieran cuenta que él no lo estaba reconociendo, siempre lo saludaba: ‘¿qué tal cómo estás?’, ‘sí me acuerdo de ti’, les decía, pero en realidad él no se acordaba, con tal de hacer sentir bien a las personas; era así afable, se reía, era divertido, pero poco a pocos se fue yendo del mundo, son cosas que siempre recordaré”, declaró Amaya.

Una persona bastante tranquila, de mucha oración, bien espiritual, suave cuando alguien quería llamar la atención en algunas situaciones”. Elena de Vásquez, trabajó con monseñor


La capilla ardiente en Catedral Metropolitana permanecerá abierta a la feligresía católica católica este sábado y se mantendrá el domingo en horario de 7:00 de la mañana a las 6:00 de la tarde.

El funeral será el lunes, a las 10:00 de la mañana, y será sepultado en la cripta de la misma catedral. El prelado emérito murió el 28 de abril, a las 5:50 de la mañana en su residencia, fue el sexto arzobispo de San Salvador y estuvo en el cargo durante 12 años.